¡Hola terrícolas! Soy la nube, ja, ja, ja,…
¿Os
creéis dueños del mundo, eh?
Pensad…
¡Yo
y solo yo, soy la dueña del vuestro!
Yo
os doy de beber. El setenta por ciento sois agua.
Yo
os doy de comer. Sin mí los campos no
producirían vuestros alimentos.
Pensad…
¿No
veis lo que puedo hacer, lloviendo y lloviendo, anegando
todo a mi paso?
Os
puedo dejar sin cosechas; lo puedo arrasar todo; puedo
inundar vuestras casas y ahogar vuestros ganados.
Pensad...
¿No
veis que a veces puedo ser maravillosa, algodonosa, caer
blandamente limpiando vuestra atmósfera y haciendo
crecer las semillas en los campos?
Pensad…
También
puedo ser granizo, y más gordo que un garbanzo, rompiendo
vuestros tejados. O en forma de nieve, esa nieve blanca
y blanda, con paisajes de ensueño, quedando en las montañas
como reserva, o si me deshielo rápida, vuelvo rauda al
mar desperdiciada y creando espantos.
Pensad…
Y
sin embargo tenéis que guardar mi agua como un tesoro.
Lo
mismo caigo en demasía como me olvido de pasar por años.
Pensad…
¡Todo
es muy importante!, pero no es lo más primordial el oxígeno, el
agua potable y el alimento sano para
TODOS?
¿Cuándo
vais a concienciaros, que lo que coméis no viene del tetabrík, la
botella, la bolsa, la bandeja y la lata que compráis en el “Supermercado”?
M.
Eulalia Delgado González ©
Mayo
2015
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