viernes, 2 de enero de 2015

¡FELIZ AÑO NUEVO!




        ¡Feliz 2015!. Lo mismo deseamos en el 14, en el 13, el 12, el 11… Y así seguiremos deseándolo en el dieciséis, diecisiete, dieciocho…  Mientras no encontremos otro modo de felicitarnos que nos empuje a convertir en realidad el deseo, la cosa siempre seguirá  siendo  una bonita rutina.



            Me lo hizo comprender lo que escribió en su muro una nieta de veintitantos años que tengo en Tenerife. Es enfermera, y se congratulaba de que en este año que acaba de terminar, dejó de fumar, y encontró trabajo en la sanidad pública después de cinco años de espera. Al dos mil quince no le pedía más, porque con lo que acababa de  conseguir, se sentía satisfecha. Añadía “que hagamos de este, un mundo mejor, porque he aprendido que nadie lo va a hacer por nosotros”



            Nadie. Nadie lo va a hacer por nosotros. Pero este “nadie”, siembra desesperanza. Mejor que nadie, es decir todos. Porque entre todos, sí que lo podemos hacer. En los “todos” me incluyo yo, y yo no necesito esperar. Puedo ponerlo en práctica desde este mismo momento.   No esperemos a hacerlo en comunidad, porque solamente en ponernos de acuerdo sobre la forma que lo íbamos a  hacer, perderíamos un tiempo que jamás  recuperaríamos.



            A nivel personal, intentaré no hacerle una putada al prójimo, por mal que me caiga.  Intentaré  en mis conversaciones comprender que nada es totalmente blanco ni totalmente negro. Que tu puedes tener tu verdad y yo la mía, y hasta pudiera ocurrir que hubiera una tercera verdad mucho más auténtica que las nuestras.



            Mira, una de las cosas que mejor repartidas hay en el mundo, es el entendimiento. Cada cual, nos creemos que el nuestro es perfecto, y con él estamos contentos. ¡A mí, me la va a dar éste!  Pero que me vas a contar, si cuando tu vas, yo ya estoy de vuelta… Pues no. Porque él, a su manera, está pensando lo mismo.



            Lo sé. Es difícil. Dificilísimo el ser tolerante.  Pero nos costaría mucho menos serlo, si alguna vez intentáramos ponernos en la piel del otro. O mejor, tratar de acomodar nuestra mentalidad a la de nuestro oponente.



            Y luego están las circunstancias de cada cual. Creo que fue Ortega y Gasset  quien lo dijo hace un puñado de años: “Yo, soy yo, y mis circunstancias”. A todos nos mueve además de nuestra voluntad, las circunstancias en que nos encontremos. Empecemos por comprender estas, y otras muchas cosas para ponerlas en práctica, que serán el grano  con que cada uno formemos el granero que haga un mundo mejor… Amigo, ¡Feliz Año Nuevo!

               Jesús González ©

No hay comentarios: