¡Feliz 2015!. Lo mismo deseamos en el 14, en el
13, el 12, el 11… Y así seguiremos deseándolo en el dieciséis, diecisiete,
dieciocho… Mientras no encontremos otro
modo de felicitarnos que nos empuje a convertir en realidad el deseo, la cosa
siempre seguirá siendo una bonita rutina.
Me
lo hizo comprender lo que escribió en su muro una nieta de veintitantos años
que tengo en Tenerife. Es enfermera, y se congratulaba de que en este año que
acaba de terminar, dejó de fumar, y encontró trabajo en la sanidad pública
después de cinco años de espera. Al dos mil quince no le pedía más, porque con
lo que acababa de conseguir, se sentía
satisfecha. Añadía “que hagamos de este, un mundo mejor, porque he aprendido
que nadie lo va a hacer por nosotros”
Nadie.
Nadie lo va a hacer por nosotros. Pero este “nadie”, siembra desesperanza. Mejor
que nadie, es decir todos. Porque entre todos, sí que lo podemos hacer. En los
“todos” me incluyo yo, y yo no necesito esperar. Puedo ponerlo en práctica
desde este mismo momento. No esperemos
a hacerlo en comunidad, porque solamente en ponernos de acuerdo sobre la forma
que lo íbamos a hacer, perderíamos un
tiempo que jamás recuperaríamos.
A
nivel personal, intentaré no hacerle una putada al prójimo, por mal que me
caiga. Intentaré en mis conversaciones comprender que nada es
totalmente blanco ni totalmente negro. Que tu puedes tener tu verdad y yo la
mía, y hasta pudiera ocurrir que hubiera una tercera verdad mucho más auténtica
que las nuestras.
Mira,
una de las cosas que mejor repartidas hay en el mundo, es el entendimiento.
Cada cual, nos creemos que el nuestro es perfecto, y con él estamos contentos.
¡A mí, me la va a dar éste! Pero que me
vas a contar, si cuando tu vas, yo ya estoy de vuelta… Pues no. Porque él, a su
manera, está pensando lo mismo.
Lo
sé. Es difícil. Dificilísimo el ser tolerante.
Pero nos costaría mucho menos serlo, si alguna vez intentáramos ponernos
en la piel del otro. O mejor, tratar de acomodar nuestra mentalidad a la de
nuestro oponente.
Y
luego están las circunstancias de cada cual. Creo que fue Ortega y Gasset quien lo dijo hace un puñado de años: “Yo,
soy yo, y mis circunstancias”. A todos nos mueve además de nuestra voluntad,
las circunstancias en que nos encontremos. Empecemos por comprender estas, y
otras muchas cosas para ponerlas en práctica, que serán el grano con que cada uno formemos el granero que haga
un mundo mejor… Amigo, ¡Feliz Año Nuevo!
Jesús González ©
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