Te
lo digo de verdad. De política no escribo, por dos sencillas razones: No entiendo de política, y además,
no me gusta. Ese es el único motivo por el que no lo hago, y no el que tú
insinúas de miedo a retratarme; porque retratarnos en este aspecto, al
fin y al cabo nos retratamos todos en cuanto abrimos la boca.
Ya
lo dije en alguna otra ocasión, cuando algún amigo se escandalizó al escuchar
que la política no me gustaba. Mira, creo que en principio, cada uno piensa
según las ideas que de pequeño mamó en la casa paterna. Esto deja un sello
indeleble, aún cuando con el tiempo, al pensar por sí mismo, uno pueda cambiar.
También
me preguntan que como puedo decir eso, cuando de la política depende nuestro
bienestar, y sobre todo depende el futuro de nuestros hijos, y a eso he
respondido que me pasa lo mismo que cuando viajo en avión: es el piloto quien
debe procurar que el viaje sea agradable, y
el aterrizaje feliz. Para hacer el viaje, ¿de qué me serviría a mí licenciarme en ingeniería aeronáutica, si el
que pilota estrella la aeronave?
Quien
gobierna tiene la obligación de buscar el bien de la comunidad, y como
afortunadamente estamos dentro de una democracia, ahí está la oposición para
denunciar lo mal hecho, y finalmente estamos los votantes para cambiar el
sistema en las próximas elecciones.
No,
no puedo hablar de política, porque no entiendo. Pero sí te puedo decir lo que con mis cortas entendederas, pienso de ella.
Para mí, la política es un mal necesario, pero menos malo que una
anarquía. Jamás me afiliaría a un
partido político, porque creo muchísimo más en las personas que en los
políticos y sus sistemas, y si me afilio, moralmente debería fidelidad a su
doctrina, y no estoy dispuesto a ser fiel a leyes que no crea justas. Pienso
que los extremos absolutos son nefastos en cualquier sentido que lo mires, y
pienso que el poder corrompe, aún cuando en principio, el corrompido no lo
pretendiera. Pienso también que hay
políticos honrados dentro de todas las tendencias políticas, y es en ellos, en
los honrados, y no en sus doctrinas, en quien quisiera depositar mi confianza.
¿Derecha?
¿Izquierda? Ya lo dije antes; considero que ningún extremo es bueno. Pero estoy
en contra de quienes por sistema atacan por ejemplo, a las multinacionales,
solo por serlo. Yo trabajé toda mi vida en una multinacional, que me pagó lo
suficiente para vivir con decoro, y para que pudiera educar a mis hijos. Como decían los viejos de mi pueblo cuando yo
no era viejo, “me daría con un canto en los dientes” con tal de que mis
descendientes tuvieran la seguridad de vida que yo tuve.
No
entiendo de política, pero vi hacía que
lado del muro corrió toda la gente cuando
cayó el de Berlín. He podido visitar
Rusia, una de las más grandes potencias del mundo, solo cuando dejó
atrás el comunismo. Las noticias que me llegan de Venezuela tienen poco de esperanzadoras, y la miseria
que envuelve el ambiente de la bellísima ciudad de la Habana, la grabé con mi
propia cámara en un documental que te puedo mostrar en el momento que se te
antoje… Ya te digo que “de eso, no
entiendo”. Pero ya que lo pides, cuento
lo que pienso.
Jesús González ©
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