sábado, 26 de abril de 2014

EL DUENDE Y EL MOLINO DE VIENTO


(CUENTO GANADOR EN EL XI Concurso de Cuentos Breves, 2014, J. Vallina, Comillas.)

Mel era un duende que vivía en el bosque y se ocupaba de fabricar sus sonidos, como el torrente del río, el entrechocar de las ramas de los árboles o el silbido del viento, pero el sonido que mejor hacía era el dulce aletear de las mariposas.

Mel también conservaba cuidadosamente las hojas que caían al suelo, porque mantenían los buenos pensamientos hasta que volvieran a nacer las nuevas.

Pero aquel otoño las hojas permanecían pegadas a las ramas y empezó a cambiar el aspecto de los humanos, su piel parecía la corteza de los árboles viejos y sus bocas eran tan sombrías como las entradas de las grutas. Miraba asustado a su alrededor y no sabía que hacer…

Agotado, se durmió sobre el musgo del bosque y soñó ser un viento que soplaba constantemente...

A la mañana siguiente comprobó asombrado que todas las hojas estaban en el suelo. Satisfecho, guardó rápidamente las hojas hasta la primavera, donde brotarían las nuevas con más buenos pensamientos.

Se dirigió al río para saciar la sed y lavar su piel reseca y quedó fascinado ante su reflejo: se había convertido en un enorme molino de viento.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
23-IV-2014

Marcapáginas, Nieves Reigadas Noriega

1 comentario:

Anónimo dijo...

Repito lo que en otro medio de difusión ya he comentado.
me gustaria ser molino para repartir alegria,paz, amor, amistad, ilusión.... a todos aquellos que tengo cerca, esas serian las hojas caidas en mi árbol de la vida. graciñas por tu cuento , por tu ser y tu estar, por regalarnos la frescura de una historiera sin violencia.