No
habrá forma de detenerlos, porque no hay fuerza que empuje más que la del
hambre. Y a ellos, los subsaharianos,
además de la fuerza del hambre les empuja la fuerza de la sed. Primero
la de la sed auténtica, la del agua potable que es una necesidad harto escasa
en sus países. Después la sed de una vida mejor, la sed de la superación
a la que como humanos tienen perfecto derecho, la sed de…
Supongo
que cuando los países de Europa
colonizaron África, tampoco se preocuparon mucho los europeos de
regalarles una caña y enseñarles a pescar como bien aconseja el proverbio
chino. Mucho me temo que en lugar de regalarles una caña, les dieran a oler la raspa del pescado para que los dejara medio narcotizados, en
tanto arramplaban de su suelo y subsuelo
cuanto pudieron llevarse a casa.
Pero
lo malo o bueno hecho en aquél tiempo, ya no lleva arreglo, aunque debería
llevarlo si queremos tener la fiesta en paz. Si realmente se lo propusieran, a
los mandatarios europeos no les sería tan difícil ni costoso enseñar a estas
gentes a ganarse la vida dentro de sus propios países. Al menos de momento, y
mientras van aprendiendo a valérselas por si mismos, se conformarían con una
vida bastante memos cómoda que la
nuestra.
Pero
si hasta ahora Europa no se ha preocupado por la inmigración ilegal en España e
Italia, es porque aún no le acaban de ver las orejas al lobo. Pero llegarán
auténticas manadas de ellos, que arrasaran las ya famosas vallas de Ceuta y
Melilla.
Mientras
tanto, para mitigar la sobrecarga de los Centros de Acogida, lo más cómodo y barato
que le costaría a nuestro
gobierno, era fletar media docena de autobuses, y a medida que van llegando, ir transportando africanos hasta la frontera
alemana…
Jesús González ©
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