miércoles, 13 de noviembre de 2013
OCASO DE GAVIOTAS.
(Imagen-Nieves Reigadas Noriega)
La noche teñía con sus grises
el barro y las arenas de la ría,
y una única barca
flotaba demostrando
que aún había agua.
Las aves salpicaban de pisadas las arenas
en espera de la noche
en busca de alimento,
y en su charloteo pajaril
rompían el silencio taciturno.
La bajamar había dibujado
olas concéntricas en el barro
que más me parecían universos
de arena gris y plata.
Mi alma se encontraba conforme,
contenta y esperando
la nueva cita con la mar
que dos veces llena la ría con su espejo.
Ahora, las gaviotas y yo
éramos testigos del paso
del ocaso hasta la luna,
y ellas, sorprendidas,
seguían mi mirada.
Buenas noches…
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
13-XI-2013
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