Me
suele visitar por las noches, y siempre cuando estoy durmiendo. Martino me
despierta con un susurro, se sienta a los pies de mi cama, y se pone a charlar
sobre lo primero que se le ocurre. Me
dice que entra en mi dormitorio lo mismo que entra el aire, por la rendija que
hay entre la puerta y el suelo; me asegura que lo podría hacer también por las
hendiduras que hay entre ventana y contraventana, pero que no lo hace porque
aunque el camino es más directo, le obliga a estirarse más que por bajo la
puerta, y no le apetece hacer esfuerzos.
Martino no es una persona normal; no al menos
para nosotros. Es normal allá en su planeta, donde tampoco seríamos normales nosotros. Martino es de
Marte, y a lo que más se parece la materia con que está hecho, es a la plastilina roja. Por eso se estira con
tanta facilidad para colarse bajo la puerta de mi dormitorio. Viene envuelto
como en una aureola de polvillo fosforescente de color rojo encendido, y el
primer dia que me visitó me informó que sin él no podría vivir en la Tierra;
ese polvillo es para ellos en Marte, lo que es el aire en la Tierra para
nosotros. Nos aventajan a los terrícolas en eso, en que cuando salen de su
planeta pueden llevarse al rededor de
sus cuerpos el gas rojo que necesitan para seguir viviendo. Me asegura
que el día que nosotros podamos arrastrar en torno nuestro el aire suficiente,
también podremos visitar otros planetas. Bueno, a nosotros nos quedan más cosas
por lograr antes de poder viajar por caminos siderales. Tenemos que aprender a
neutralizar el tiempo como hacen ellos. Me contó Martino que cuando viajan
fuera de su órbita todo es instantáneo, pero fui incapaz de comprender su
explicación, y me puso como ejemplo su primer viaje a la Tierra:
El
día 18 de Noviembre del 2013, a las 6,28
horas de la mañana la Administración
Nacional de la Aeronáutica y del Espacio , más conocida como la NASA por sus siglas en inglés, envió desde Cabo
Cañaveral un cohete espacial que debe llegar al planeta Marte dentro de un año justo.
Con tal motivo, la NASA convocó a nivel mundial un concurso de “Haikus” al que se presentaron 12.300 poetas,
de los que se preseleccionaron 1.000.
De entre estos, se eligieron los que a juicio del jurado debían ser enviados a
Marte.
Martino
fue el encargado de leer en Marte los poemas enviados. Y aunque para nosotros
aún falta un año menos once días para que la capsula llegue a su destino, mi
amigo los ha leído ya, porque para ellos
todo es instantáneo, el tiempo no cuenta. Y eligió como preferido:
“Mira la noche.
La puerta al Universo
Y el faro rojo.
De
la poeta Ángeles Sánchez Gandarilla, de San Vicente de la Barquera, Cantabria,
España, que traducido a lengua inglesa,
dice así:
Look at the night
The door to the universe
And the red lantern.
Martino
quiso felicitar personalmente a la autora por ser la primer poeta española que
tiene un poema en Marte, pero se equivocó unos grados a la hora del aterrizaje,
y vino a parar en mi casa. Se coló como
un papel bajo las puertas, y me despertó preguntando por la autora del haiku
recibido. Le convencí para que volviera un lunes, y acudiera a las seis de la
tarde a la seda de Radio Occidental, donde sin duda alguna la iba a encontrar,
y al tiempo le daba la oportunidad a Sara Torre de hacerle una entrevista en
directo. Me prometió que lo haría, y estoy seguro que cualquier lunes de estos se colará en el estudio radiofónico
estirándose bajo las ranuras de las puertas…
Jesús González ©
Nota del autor:
(Martino y su historia son
ficción. Que el poema de Ángeles Gandarilla va camino de Marte, es tan cierto
como la luz del día).
1 comentario:
Ja, ja, ja, me mondo, qué bueno eres Jesús. Agradecida a ti y a Martino.
Abrazo.
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