Llegaron muy juntos, de la mano,
y entraron al templo con premura.
Los novios ya están ante el Sagrario
y puso el abad las vestiduras
en la capilla, es fe en la pareja,
de Santa Rita, en Cascia, es augusta.
Decía uno a otro en su promesa:
¡Bajo el cielo más limpio, el más claro,
prometo por siempre que te quiero!,
responde la novia, ya temblando:
¡Qué sea mi ser por siempre tuyo!
Tomáronse entonces de las manos…
El beso de amor y de ternura
le oye solo el alma y la testigo
que dio la alianza de la boda.
El cura oró en latín y así bendijo
los aros que al fin albergarían,
dos almas de amor en un destino.
Salieron vestidos de ilusiones,
de fuerza y de vida, ya casados,
viviendo su empeño de delicias
que ahora se afirman más cercanos.
No hay nada más grande ni más fuerte
que amarse y vivir ese milagro.
Dejaron la iglesia en el ocaso,
tras el rito, un pliego se rubrica
y que ambos lucieron más radiantes
que el alba, la luna y mil reliquias.
Mis letras se unieron a vosotros
con versos de boda y alegría.
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
21-IX-2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario