Estabas, tú sola estabas.
Lo supe inmediatamente
por el cascabel del agua;
el viento paró en tu silencio
y al sentarte en la rivera
mezclaste tus ojos claros
con el caudal transparente.
Ya no quise ser el aire
porque estaba detenido
y ya no te acariciaba,
sí quería ser la hierba
de tu figura en reposo
y ser la trenza de juncos
de aquella pulsera verde…
Verde…, como tus ojos
y en tu apariencia de luna
los labios, fresas silvestres,
enamoraron mi alma…
Y fui poeta en tú aliento,
y estabas, tu sola estabas.
“Tu cabello me hizo noche
para perderme en tu espalda,
en el libro que leías
y en la reseca hojarasca;
estabas, sencillamente,
y yo al pasar te miraba
en tus ojos distraídos
que ahora me deslumbraban”.
Estabas tú sola, estabas…
Mojaste tus pies divinos
cuando pasaba a tu lado,
y en ese mimo me alejo.
Y tú fuiste mi quimera…
Arroyo soy por tenerte,
pues me deslindé del río,
y eres amor imposible.
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
13-VIII-2013
1 comentario:
¡Qué preciosa imagen pusiste a ese poema, una belleza!!!
Gracias. Mil. Lines
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