Es
viernes, y hoy dicen que cambia el tiempo. Pero todavía hace bueno. A través
de las cristaleras veo un montón de
“chavalas” moviéndose en formación a las órdenes de una monitora: “Uno dos,
tres cuatro. Uno dos, tres cuatro” Van a
volver a casa con cintura de Sílfide, (eso
es lo que sueñan por las noches), pero con un dolor de músculos que van a tener que estar en cama quince
días.
De todos modos ellas son felices haciendo
gimnasia, aunque estoy seguro que no les va a servir de nada. Para que estas cosas sirvan de algo hay que
ser constantes, y doña Constancia hace muchos años que se murió. Mañana o pasado cuando se integren a su vida
normal, el único meneo de culo que vuelven a recuperar es el que usan cogiendo el cepillo para barrer debajo de las camas, y
se olvidarán para siempre del “uno dos, tres cuatro”, que les enseñó la
monitora.
Me
dijo Elena, la del uniforme azul y verde del Inserso, que se aproximan unos
días de Tramontana. Por lo visto, (en mi caso es por lo oído, porque todavía no
lo vi), son vientos frescos y turbulentos propios de esta
geografía. Si llegan les va a fastidiar
la playa a las “primaverantas” en estos dos últimos días.
Pero
me gustaría que llegaran para conocer las cosas típicas de la tierra, y saber
lo que es vivir un “tramontanazo”. Aunque como suele durar unos días, tampoco
le quiero de mucha intensidad, (dicen que los
vientos pueden llegar hasta los doscientos kilómetros por hora), pues no
me agradan nada, pero nada, nada, los meneos en el avión cuando está
despegando. (Bueno, tampoco me gustan cuando está aterrizando, y ni siquiera en
velocidad de crucero).
Del
baile de las noches, ni palabra. No fui bailador ni cuando era joven, como para serlo ahora. En mis primeros viajes “insersales” si solía
bajar un rato al lugar del jolgorio, pero era porque entonces, además de baile,
solía haber algún espectáculo que “merecía la pena”. Ahora se murió
el “merecía”, y quedó la
“pena”. Seguramente será por los recortes económicos. Y como en todo lo
demás, nunca sabremos si los recortes fueron
culpa de las tijeras del presente, o de la herencia del pasado.
Pues
la culpa es una pelota como la de jugar al balón-cesto, que no para en manos de
nadie; se la están lanzando continuamente
los unos a los otros. Y nosotros como tontos, con la boca abierta
mirando el partido, e incluso soltando las perras para pagar la entrada,
mientras que los jugadores, (que además
estos son de los que ni siquiera juegan), cobran muy bien cobrado por su
cometido. (Cometido. Creo que esta palabra la han interpretado mal los
políticos. Cometido quiere decir, Incumbencia,
Obligación Moral. Pero ellos
creen que Cometido viene de “cometer”. Por eso
cometen tantas barbaridades y despropósitos). Pero qué se le va a hacer, es la nueva forma
de escribir la historia de un país. De repente me puse así, como serio, y
derivé el asunto hacia la crítica. En
realidad no es crítica. Es desencanto, y
pérdida de la fe política Y no sigo escribiendo porque vamos a terminar todos
llorando…
Jesús González González ©
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