viernes, 19 de abril de 2013

LA TRAMONTANA





            Es viernes, y hoy dicen que cambia el tiempo. Pero todavía hace bueno. A través de   las cristaleras veo un montón de “chavalas” moviéndose en formación a las órdenes de una monitora: “Uno dos, tres cuatro. Uno dos, tres cuatro”  Van a volver a casa  con cintura de Sílfide, (eso es lo que sueñan por las noches), pero con un dolor de músculos  que van a tener que estar en cama quince días.

             De todos modos ellas son felices haciendo gimnasia, aunque estoy seguro que no les va a servir de nada.  Para que estas cosas sirvan de algo hay que ser constantes, y doña Constancia hace muchos años que se murió.  Mañana o pasado cuando se integren a su vida normal, el único meneo de culo que vuelven a recuperar  es el que usan  cogiendo  el cepillo para barrer debajo de las camas, y se olvidarán para siempre del “uno dos, tres cuatro”, que les enseñó la monitora.

            Me dijo Elena, la del uniforme azul y verde del Inserso, que se aproximan unos días de Tramontana. Por lo visto, (en mi caso es por lo oído, porque todavía no lo vi),  son  vientos frescos y turbulentos propios de esta geografía. Si llegan les va a fastidiar  la playa a las “primaverantas” en estos dos últimos días.

            Pero me gustaría que llegaran para conocer las cosas típicas de la tierra, y saber lo que es vivir un “tramontanazo”. Aunque como suele durar unos días, tampoco le quiero de mucha intensidad, (dicen que los  vientos pueden llegar hasta los doscientos kilómetros por hora), pues no me agradan nada, pero nada, nada, los meneos en el avión cuando está despegando. (Bueno, tampoco me gustan cuando está aterrizando, y ni siquiera en velocidad de crucero).

            Del baile de las noches, ni palabra. No fui bailador ni  cuando era joven, como para serlo ahora.  En mis primeros viajes “insersales” si solía bajar un rato al lugar del jolgorio, pero era porque entonces, además de baile, solía haber algún espectáculo que “merecía la pena”. Ahora  se murió  el “merecía”, y quedó  la “pena”.  Seguramente será por  los recortes económicos. Y como en todo lo demás, nunca sabremos  si los recortes fueron culpa de las tijeras del presente, o de la herencia del pasado.

            Pues la culpa es una pelota como la de jugar al balón-cesto, que no para en manos de nadie; se la están lanzando continuamente  los unos a los otros. Y nosotros como tontos, con la boca abierta mirando el partido, e incluso soltando las perras para pagar la entrada, mientras que los jugadores, (que además  estos son de los que ni siquiera juegan), cobran muy bien cobrado por su cometido. (Cometido. Creo que esta palabra la han interpretado mal los políticos. Cometido quiere decir, Incumbencia,  Obligación Moral.  Pero ellos creen que Cometido viene de “cometer”. Por eso  cometen tantas barbaridades y despropósitos).  Pero qué se le va a hacer, es la nueva forma de escribir la historia de un país. De repente me puse así, como serio, y derivé  el asunto hacia la crítica. En realidad no es crítica. Es  desencanto, y pérdida de la fe política Y no sigo escribiendo porque vamos a terminar todos llorando…

                              Jesús González González ©

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