martes, 12 de febrero de 2013

SOBREVIVIR



Lleva horas durmiendo en su cunita como un ángel. Tras mirarle, su padre salió a recoger los cinco huevos que, cada día, les dejaban sus vecinos en el ventanuco del gallinero; les estaría eternamente agradecido. Volvió con rapidez a la chabola; juntos le proporcionaban más calor al recién nacido. Le entregó tres de los huevos a su esposa; necesitaba nutrirse para amamantar; no tenían fuego y los comieron crudos, para ello, hicieron dos agujeros en cada cáscara, eso les facilitaba chupar la clara y la yema por completo. Satisfecha su hambre cerraron con fuerza la puerta de chapa roñosa que impedía la entrada a las ratas.


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
27-I-2013

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