domingo, 6 de enero de 2013

BALADA




Hoy sonaba una balada de otro tiempo,
resonaba entre el nordeste por las calles
y llenaba los recuerdos, de otros años,
en las olas soñolientas de la playa.

Regresó el recuerdo a su alma de gaviota
y veía desde el cielo aquellos tiempos.
Era todo lo que había en su memoria
al amor de la balada en otro instante.

Recordaba... Recordaba su sonrisa,
la tersura de su cara rasurada,
la firmeza de aquel pecho poderoso
y el sonido palpitante, permanente...

Se estremecían, no rehúsa el recuerdo,
y su seno enardecido entre sus manos,
la sonrisa de sus bocas que acercaban
a un beso ansiado y la danza del deseo.

Palpitaba el corazón en cada pecho
que pulsaban los mensajes de amoríos,
al juntarse los dos cuerpos, deliraban,
y el suspiro no moría, renacía.

Los aromas de los pinos, el salitre
al que sabía una lágrima furtiva
que era el verso de deseo compartido
y locura de pasión cercana al templo...

Y sintió aquel aleteo en su camisa
al deslizarse, y naufragaron en la hierba,
el aroma de sus cuerpos entre sauces
y la disputa en los mimos con el aire...

Y los besos resonaron en la Ronda
como olas que brotaran sobre las playas,
violentos, o renaciendo arremansados
en sus bocas, y envidiados por la brisa...

“Hoy el talle se ha teñido de horizonte
y los labios de corteza y sauces viejos,
los abrazos de miserias y congojas
del amor y en la certeza de distancia.”


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
6-XII-2012

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