lunes, 7 de enero de 2013

ANGUSTIA



La cabalgata de los Reyes Magos pasó por las calles del pueblo cargados de regalos. Juan divisó un paquete rojo con su nombre; seguro que era su juego de química.

Regresaron a casa, cenaron y prepararon el tentempié para los Reyes y sus dromedarios. Sin saber porqué, los padres de Juan discutieron. Le mandaron a la habitación. Se acostó y hubo de arroparse solo. La discusión proseguía y Juan escuchaba acongojado. Les oyó retirarse al dormitorio en silencio. Se asomó al pasillo; no vio las galletas ni el maíz para los Reyes y sus cabalgaduras. Los colocó él sigilosamente.

Volvió a la cama. Su angustia crecía y no conciliaba el sueño y sudaba en frío. Escuchó el paso de los dromedarios; tembló de miedo. Si pasaban de largo no podrían dejarle el regalo por el que cambió su juego de química. 

Por la mañana, agitado, apenas podía levantarse. Salió de la habitación y observó que reyes y dromedarios comieron las galletas y el maíz. Supo de inmediato que los magos le habían concedido el regalo. Los padres le miraban con las manos entrelazadas. Juan suspiró aliviado.

Cayó infartado al ver aquel paquete envuelto en color rojo sobre sus zapatos...


Ángeles Sánchez Gandarillas
6-I-2013

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