jueves, 6 de septiembre de 2012

DUELO DE PENARES


Durante los dos últimos años, guardo -sin ninguna simpatía- un fuego que me quema. Muchos bomberos de bata blanca han intentado sofocarlo. Han rociado espuma blanca sobre él; han intentado limpiarlo con líquido desinfectante; me han recomendado gargarismos con Tantum Verde. Sí, lo han cercado, pero han formado otros focos ígneos. Han debilitado tanto las papilas gustativas que han secado la humedad suavizadora y así, dando palos de ciego, han cubierto las ascuas con capas y más capas adormiladotas que despiertan con más virulencia -si cabe. A veces, tengo los nervios tan desquiciados que me siento tentada a darle un tajo con el cuchillo carnicero, pero me falta el valor de Vincent Van Gog.

- ¿Que cómo lo sufro?

- Con una botica variadísima:

.Enjuagues con Betadine bucal.

.Desinfección con agua oxigenada.

.Cápsulas de antidepresivos…

Pero, a veces, he perdido la capacidad de aguante y he acudido a: Tepazepán, Lorazepán y, a los antiinsómicos -capaces de adormilar a un animal- tales como el Transilium y el Rohipnol…


Cuando la persona –medio drogada- extiende , con mucho recelo. la mano a la normalidad, es el corazón el que empieza a expulsar el líquido rojo. Si en su lugar fuera un dedo, por ejemplo, lamería la sangre hasta que las plaquetas formaran la membrana protectora y, así, se iría fortaleciendo la herida del desamor.


Este amor dulce, aterciopelado, generoso, perfumado, se enfrenta a la acritud de un ser huidizo, indiferente, inquisitivo. Y ante este rechazo no hay doctores, no hay boticas, (ni magia consoladora), que alivien, que mimen, que acallen el corazón lloroso, y que eviten que se vacíe, que se seque.


El estómago se llena de quimo agrio, las mariposas desorientadas chocan contra las paredes del órgano. La bilis asciende por el esófago, formando vomitivas arcadas. Lo que no se expulsa desciende irritando el tubo digestivo. El único alimento factible es el agua que forma un oleaje desorientado en las entrañas vacías; todo lo demás es cristal que hiere la membrana estomacal y obliga a yacer como moribundos sin ilusión.


Con los ojos cerrados, creamos un cuadro de naturaleza muerta; vemos vestigios de nuestro amor, (ya desamor): una calavera, sus vísceras en un cuenco y gotas de sangre coaguladas, sobre el blanco mantel.

-¿Y cómo se levanta una después?


.Con la caricia del aire en la mejilla.


.Con la algarabía de la golondrinas que se entrenan para su viaje.


.Con el perfume de Lavanda de las jardineras del balcón.


.Con el saludo vistoso de las mariposas sobre las agujas del fresno.


.Con la silueta esbelta de la montaña, al fondo.


.Con la llamada suave y amorosa del mar.



San Vicente de la Barquera, 5 de septiembre de 2012
Isabel Bascaran ©

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado.
Me escalofría.
Me aturde.
Espero que sea ficción...
Necesito un abrazo de la escritora.
Una sonrisa que adorne esas letras.
Sí, me es necesario.
¡Dioses!, es pura poesía dentro de dos historias duras...
Necesito tu abrazo, más que otras veces, mucho más.
Será el agua que limpie el sentimiento de esta lectura.
Agua abrazo. Lines