jueves, 12 de julio de 2012

JUNIO



Es la historia del amor de mis amores,
un final que no evitó que respirara,
unas lágrimas de fuego que bajaron a mi pecho
y me quemaban. 
Yo no supe lo que hacía...
  
Yo partí de aquel lugar
y marché dejando atrás hasta el destino,
recogí mi corazón en una mano
y por alma me quedó un estropajo de tristeza...
¡Cuánto tiempo recordé aquella tarde!
Fue el verano con el sol y sus colores,
al que ayer cerré telones,
noche al día y fin de fiesta.
  
Restañé lo que pude de mis ojos 
y en la fuente de la ermita
me lavé y desnudé toda mi vida,
quedé en cueros ante todo mi futuro,
llamé a gritos por mi boca de afonías,
clamé al cielo y a los hados en silencio,
a las tierra y busqué, también en grutas;
me perdí en sus tinieblas 
y en abismos interiores. 
  
En mi cuerpo no cabían más que penas,
sobrecarga que impedía mi camino
o mover un solo músculo,
y no vi más que un encierro.
Era esclavo de sus días
y del mareo en un segundo,
de un amor que se rompió 
como las olas en la costa
que salpicó de marejadas mis adentros...
Y me rompí en ese instante y para siempre. 
Y me deshice, no había ola ni rompiente,
solo agua cenagosa.   

Las luciérnagas de junio 
se escondieron a mis ojos, 
y se apartó aquella alegría en un segundo, 
cuando dije sin quererlo:
¡vete, vete!
  
Yo lo supe y tú sabías
que la espera ya se anclaba y no hubo tiempo,
que el amor comprometido 
fue el esclavo de mi pena,
que jamás esos minutos volverían.
Ya no hubo vuelta atrás
en el plazo de un segundo a otro segundo
que fue eterno..., y nada era...
  
Logré andar despacio porque oía tus suspiros.
Era mentira, no eras tú sino mi aliento
que murió en ese instante 
al notar que tu cariño se perdía 
por la ría iluminada de razones alargadas
de farolas renegridas, 
parecían condenadas a un infierno como el mío,
el que llenó toda mi vida.
  
Fue el adiós de aquel amor
y el comienzo a la razón 
del lamento y la distancia.                                        

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
11-VII-2012

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