sábado, 14 de julio de 2012

ENTRE DOS LUCES.



Amanecí desde las sombras de la noche
y logré desprenderme poco a poco de los sueños
que roían en mi mente atolondrada.
Hice pie con mil temblores;
muy despacio y con cuidado,
conseguí acercarme hasta la mesa,
me senté sobre la silla, lentamente,
y apoyé todo mi cuerpo en el respaldo.


Pregunté a mis adentros que ocurría,
pero, no obtuve respuestas.
Me dolía la cabeza y los oídos me zumbaban,
cuando, al pronto, retumbó en mi vivienda
el teléfono sonando...
La cabeza me estallaba y juré,
sin la costumbre del perjuro,
y atesté toda mi boca con el yerro
de palabras que no aquietan,
al contrario, de tal furia me llenaron
que, las quise repetir y ser canalla,
pues el dolor se me incrustaba en la cabeza;
me rompía en lo profundo
y, dolía interiormente
hasta el punto en que quisiera haberme muerto
ante aquel despertador de las... “inframundo”.

Levanté el auricular
por evitar dañar el tímpano,
y la respuesta de mi voz
sonó a los goznes de las puertas del infierno.
El movimiento de la lengua
se pegó contra los labios,
los raspo como una lima
y tronó sobre mis sienes.
En lugar de la respuesta de la amiga,
sonó el lamento del diablo...
“Y ahora que lo pienso,
me arrepiento de no arrancar aquellos cables
y acabar, hoy, día trece y para siempre,
con el timbrazo aborrecible”.

Más, contesté bien, yo muy pulida,
agradecí, como es normal, esa llamada,
y hablé de todo.
Para poder ya desahogar, dejé de lado
las premisas educadas y le dije las verdades.
Mira moza, que estoy mala,
mira, niña, nos veremos,...
...de verdad, no quiero nada...
Y al colgar con el Adiós,
gané el edén de los silencios.


¿A que al pronto, esta befa de que hablo
pareciera una resaca y borrachera?
Pues sería en ese caso, un gran milagro,
ya que el vino u otros licores,
me extravían del deleite de la vida,
de la risa, del buen baile y además
me condenan a galbana.


Fue un mal sueño, simplemente,
se mezcló con realidades
que dejaron a mi cuerpo desvalido
y a la deriva de espejismos.


Ahora soy de nuevo el “Ángel”,
“Querubín” de la palabra imaginada
y adivinen, si se tercia:
¿Fue real o fue charada?


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
13-VII-“012

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