miércoles, 25 de julio de 2012

EXPOSICIÓN DE BARRACHINA AL CUADRADO


Esta muestra se encuentra colgada en la Sala de Exposiciones, junto al que fuera palacete del Plateresco, hoy, Ayuntamiento de San Vicente de la Barquera. Son dos plantas que acomodan y acogen lo expuesto en una limitada dimensión y por ello, ofrecen una independiente y relajada visión de las treinta y dos obras de estos dos artistas y que muestran sus diferentes técnicas, pintura sobre lienzos y plumillas. Han sido visitados por una media de 90 personas diarias.

PILAR. BARRACHINA

Al entrar en la planta baja nos sorprenden 16 obras de sorpresas enmarcadas. Pilar Barrachina pinta como autodidacta desde niña y siguió empeñándose en este quehacer artístico con periodos inactivos. Retomó y matizó su técnica a cargo de profesores afamados.

Pinta en soledad acompañada de música.

Pilar muestra en sus telas mínimos detalles que a muchas personas les pasarían desapercibidos. Lleva la ilusión en el brillo de sus ojos claros al explicar su forma de trabajo y la elección de los temas para crear sus variadas y originales obras. Podemos ver la técnica mixta, -texturas-, óleos, acrílicos en composiciones que llegan a alterar la sensibilidad del espectador, en viajes al recuerdo, al deleite, a la ternura o a la fantasía, como lo muestra una imagen que incita a pasear sobre un camino entre árboles que enseña un acrílico, un alarde de profundidad pictórica, e incluso, da la impresión de que podrían recibirnos los mitológicos duendes.

Es difícil clasificar estas pinturas debido a su singularidad y variedad; sus líneas carecen de geometría y mantienen suaves y atrayentes estampas; dejan a las claras su permanente curiosidad y aprendizaje, la recopilación de sus experiencias o de las investigaciones y del trabajo de diferentes creadores, que Pilar, interpreta y compone, con lo que logra mantenernos boquiabiertos...

Todas sus obras están tituladas y también, especifica la técnica que ha empleado, resulta un recorrido ensenderado hacia una catarata de sorpresas.

El primer cuadro está localizado a la izquierda; es un lúcido acrílico de flores que, dependiendo de la posición en que se mire, queda convertido en un relieve asomado hacia los espectadores. Seguido a éste, un óleo que muestra un polichinela en contrastados coloridos, donde el blanco ilumina y adquiere protagonismo. Conquista el lienzo y deja patente la tristeza en una sola lágrima que brota de sus ojos...

¡Detalles...!

Le sigue un acrílico con una vida increíble; es una marina con unas logradísimas nubes de tormenta, muestran una solitaria barca en la playa, donde el pincel que maneja la pintora elabora y estampa la melancolía.

El siguiente cuadro uno de los más admirados, es un acrílico con texturas, marca el paso del tiempo y el abandono de una barca en una marisma; resulta una imagen hipnotizadora. Consigue en la textura, los reflejos de los musgos atenazadores y el oleaje, obteniendo la profundidad al representar el canal y las montañas. Tiene algunos detalles cumplidamente realistas y destaca los relieves de las formas escondidas bajo la vejez y el abandono. Incita a liberar y retirar de esa barca la atosigante capa vegetal...

Tiene tres cuadros dedicados al tema floral, un lirio, una margarita y un tulipán. El polen, los pistilos o de los pétalos son espectaculares. Específicamente elaborados y aumentados con las texturas para ver los pormenores reales de esas flores; son telas inundadas con una paleta de óleos llena de matices, abundado el colorido y las texturas, emergen arrogantes y estimulan la curiosidad del espectador; en uno de los pétalos aparece una gota de rocío. El tulipán aparece con el volumen, la luz, el color y una figuración cercana al impresionismo, acrecentado por un blanco y bello marco.

Hay una tela mixta de acrílicos, que muestra en primer plano una pierna y pie calzado y una flor en un margen, emerge bajo una falda en texturas que hace viajar hasta la niñez.

Exhibe un desnudo inusual; es una parte del tronco humano, el abdomen y la espalda a la altura de las manos. “Ebano“ fue el titulo con que le bautizó Pilar y le pintó acrílicos; consiguió una luz en sus trazos que hace ver una falsa textura de corteza de árbol, de la suavidad en la piel y una sensación tridimensional; incluso, se puede observar la transparencia de las uñas, hay tal contraste que acerca al admirador e incita al tacto. Produce una auténtica alegoría de sensaciones.

Otro de los cuadros que secuestra la atención de los espectadores, es “Zapatillas”; un acrílico en el que la pintora consigue dar una iluminación fotográfica a base de experimentación, imaginación y trabajo. Está confeccionado con todos los matices de negros a grises excepto, las zapatillas de ballet en color rosa. La tirantez de las cintas muestran la presión sobre la piel, el abultamiento de huesos y músculos de los pies y piernas... Una belleza que deja al espectador sin recursos a la imaginación. Queda evidenciada hasta la sensación de sacrificio.

Charlot en toda su figura, es mostrado en un óleo en primer plano, tras él, los grandes edificios de la gran manzana en textura con grafías, revelan los pensamientos y noticias de prensa del, y sobre el actor; con ellas consiguió crear la profundidad en un delicado y paciente trabajo.

El paisaje de Oyambre, su marisma anegada, está representada en una naturaleza muerta; un hórreo que ha llamado la atención y quizá, podría vender, y un bodegón de manzanas, nos abocan hasta un óleo en blanco y negro. Es la imagen de una niña comienzo unas cerezas, que aparecen en su primigenio color y volumen, hasta tal punto que casi huelen y las papilas gustativas estallan y salivan ante semejante manjar, pues, tienen la singularidad de parecer reales. Es digno de ver y de de admirar, como todas las obras de Pilar Barrachina.

Hubieran necesitado de una poesía, para en justicia, llevar esta crónica al papel.

Para definir la obra de esta pintora y aprovechando que está en un local construido en el medievo, diría que: “Sus obras son un hermoso poema rubricado por una trovadora plástica”.
J. L. BARRACHINA

Nos espera en la segunda planta, José Luis Barrachina Valero, un pintor de plumilla que nos transmite una lección de pundonor, dice que es necesario para todas las actividades “CAPAGA”, una palabra que él nos ha desmenuzado para su comprensión: CA-riño, PA-ciencia y GA-nas.

Se dedica a este arte de la plumilla desde que conoció a su esposa pintora, mientras la animaba a retomar su abandonada afición. Fue cuando Barrachina, después de buscar algo que realmente le llenara, encontró lo que ha denominado como una obsesión que lo abstrae por completo y que por ello, suele renunciar esta afición de vez en cuando. Hemos visto su trabajo en el calendario de San Vicente de la Barquera de hace tres años, se confeccionó gracias al regalo de varias de sus plumillas con imágenes de nuestro entorno.

Este estilo de pintura es siempre en blanco y negro, dado que se utiliza tinta china y plumilla, están confeccionados a base de líneas, mas o menos gruesas, con las que consigue efectos lumínicos y texturas, a través de degradados y achurados. Consigue los diferentes grosores en un mismo trazo, que dependen de la expansión que se produzca en la punta. Algunos artistas utilizan pequeños pinceles para las sombras extensas.

Barrachina, parece utilizar un dialogo inacabable con ellos, tanto, que suele enlazar la noche con el día en sus hipotéticos descansos de fines de semana, aislándose de todo y de todos, abstrayéndose por completo.

Domina el color con las sombras y líneas adecuadas, nos muestra en esas láminas miniaturizadas y monocromas, espectaculares construcciones de todo tipo y época, como el del imponente edificio, de la gótica Catedral de León, o, de la románica de nuestro Castillo del Rey, viviendas o frontales del modernismo, etc. No obstante, también salen de sus manos la vegetación, mostrada en algunas de las imágenes, “Santa María la Real”, que resaltan las edificaciones, y las admiradas en la naturaleza muerta de la lámina, “Casa vieja”.

Este pintor de plumilla es el detalle personificado, porque por medio de sus líneas representa, cada aspecto mínimo de una construcción: arquivoltas, vidrieras, canecillos, etc., que añade a la dificultad de plasmarlo sobre una minúscula cuartilla. Para rizar el rizo, en muchas de ellas introduce el nombre de su esposa y eso ayuda disfrutar de sus pinturas con el entretenimiento acrecentado de esa búsqueda, con lo que da opción a determinar aún más su minuciosidad detallista.

Ha colocado a cada una de estas plumillas en lugares que hagan una fácil observación, pues es en corto donde se admira mejor su trabajo.

Colocó un alargado cuadro presidiendo la exposición que contiene cinco dibujos conseguidos de un solo trazo, es decir, sin levantar la plumilla del papel; llama la atención por su sencillez, pero, es obvio que desentraña una gran dificultad. Dice haber visto esta disciplina en unas láminas del gran Picasso, le llamaron mucho la atención y decidió intentar hacerlo en sus dibujos. Hizo una plumilla con ese método, titulada, “Tomando café”, que es una maravilla, definen en ese trazo, incluso, manifiesta, muchas sensaciones...

Tiene una especial predilección por una lámina titulada, “Belleza dormida”; representa la cara de una persona mayor. Sus ojos caen indolentes en la calma que proporciona la edad... Se apoya en una de sus manos que parece salir de lo profundidad del pensamiento. Tiene un gesto que habla de la reflexión y de la valoración de toda una vida, de esos recuerdos que adornan los surcos de la edad que fueron dibujados en cada etapa vivida, una realidad que está ahí y que parece decirnos que nada hay eterno salvo, la ilusión. Sí, esa imagen es una auténtica filosofía de la vida. Lleva la vista hacia ella porque adquiere además, la estética de una fotografía.

Muestra su obra en sencillos marcos y coloca los dibujos bajo un paspartú que, cumple con su misión de llamar la atención sobre cada una de estas plumillas detallistas y, que pocas veces están centradas, porque Barrachina, ha elegido adosarlas a los cuatro extremos.

Consigue una estética novedosa y los dibujos quedan remarcados con el resalto de esa mínima moldura de papel con su sombra, igualmente, adaptada a la imagen que representa.

Barrachina es una persona ilusionada que dice ser egoísta porque, le gusta todo, le apasiona lo que hace, se implica con sus compromisos y trae a nuestros ojos el turismo de sala, una manera de observación detallista y sin necesidad de movernos de nuestra casa, y que incluso, hace admirar detalles que ignoramos de nuestros más cercanos entornos.

Quizá, ahí radique la definición de la palabra “Artista”.

Un auténtica “Sinfonía en... Blanco y Negro”´

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
Julio, 2012

















4 comentarios:

lns Ángeles Sánchez Gandarillas dijo...

¡¡Gracias a ambos!, sois los que proporcionáis la mejor muestra a la palabra humanidad, además, de estar dotados con un alto grado de sensibilidad y generosidad que no tiene precio...!!
Besucu. Lines

Anónimo dijo...

Gracias por colocar la imagen del polichinela...

Anónimo dijo...

Los Barrachina, gran familia de artistas. Los conozco muy bien.

¡Enhorabuena!

Rafa

lns Ángeles Sánchez Gandarillas dijo...

Pilar Barrachina, que expuso en la Sala Municipal de Exposiciones de San Vicente de la Barquera, ha sido seleccionada para la exposición XXIV Certamen de Artes Plástica Miguel González Sandoval de Lora del Río (Sevilla, con la obra titulada "naturaleza". Es una tela al óleo en blanco y negro, presenta una imagen de las ramas de un árbol frutal que irrumpe entre sus flores en blanco, con una en un matiz morado intenso, lleno de vida y de intensas luces que remarcan sus estambres naranjas y amarillos -como todo lo representado en el lienzo-.
Me congratula haber escrito la crónica de su exposición, de conocerla y haber disfrutado de su saber pictórico.
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