jueves, 26 de julio de 2012

ENTELEQUIA



Llegarás a mi cumbre,
a sanar a mi frente
de sudores y heladas
con pasiones ardientes...

Más allá, en las alturas,
soñaré dulcemente
con hermosos encuentros
que encarcelen mis sienes.

Te busqué en las distancia
y anulé lo aparente,
para hallar en tus ojos
el dulzor que conmueve.

Sentiré de tus brazos
las caricias latentes
y ese beso rendido
tan sutil en mi frente.

Notaré que los mimos,
de un amor de noviembre,
surgirán con deseos
de tus manos ardientes.

Me asiré a las quimeras,
y seré penitente,
llegaré hasta tu cielo
por soñar que me quieres.

Volaré en estos sueños,
y estaré complaciente,
por tomarte las manos
y de amor absorberte.

Y en aquellos nublados
seducir lo que ofrecen,
el abrazo del viento
y el frescor de la nieve.

Un suspiro sería
vendaval indulgente,
que del alma saliera
descargando el oeste.

No habrá horas ni días,
sólo noche envolvente,
y saldría la luna,
que hasta al sol ensombrece.

Yo sería la rosa
y el timón de tu puente,
y sería la sombra
del amor que me tienes.

En el tálamo, entonces,
buscaría, imprudente,
al amado imposible,
y al furor que me pierde.

...Y de pronto despierto,
no encontré pretendiente,
ni a las lunas del tiempo
ni al amor que pervierte...

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
25-VII-2012

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