martes, 1 de mayo de 2012

FIN DE SEMANA FAMILIAR.



El día 27 viernes, nos juntamos toda la familia como hace años venimos haciendo en estas fechas, para hacer una ruta. Vamos a la zona de Valderredible, desde Polientes, subimos 3 KM por un bosque de robles hasta llegar a Arantiones, allí cambia el paisaje lleno de praderías y casonas de piedra restauradas, en plan vacacional. Una de ellas es familiar con muchas habitaciones y ahí nos tenéis a todos con nuestras sábanas y toallas para la legaña, por supuesto un montón de comida que luego pagaríamos a escote. Pero el tiempo no acompañaba, seguía lloviendo y la ruta del día siguiente quedaba en entredicho.

Cuando pudieron llegar todos por sus trabajos ya eran las 11 de la noche y a esa hora cenamos al amor de la chimenea a tope con gruesos troncos, y como no podía faltar, mi cuñado, “el tío Kiki” para todos, había hecho dos empanadas deliciosas enormes de hojaldre y tres bizcochos de naranja con frutos secos (que había que guardar para desayunar). Bueno, nos pusimos ciegos, queso, jamón, y parrillada de carnes. La cháchara nos duró hasta las dos de la mañana. Había que dar tiempo a bajar la cena con té del puerto y orujo y miel.

Sábado. Todo esto viene a cuento porque teníamos hora a las cuatro de la tarde para ir a ver “LA CUEVA DE LOS FRANCESES” que ya queda en tierras palentinas.

A las diez de la mañana, después de tocar diana y desayunar tostaditas hechas al amor de la lumbre, con mermeladas y miel de la casa más bizcochito, nos pusimos en camino. Éramos cinco coches. El plan era que todo el que quisiese a 10 KM. de COVALAGUA, teníamos ruta campo a través, subiendo LA LORA. Estábamos en Castrillo de Valdelomar. Los demás tenían que llevar los coches hasta el pueblo “Revilla de Pomar” a cuatro kilómetros de la cueva, donde teníamos un local alquilado para hacer allí una paella, ellos harían una ruta más pequeña de dos km. y nos juntaríamos en Covalagua.

No estaba en mi pensamiento hacer la ruta larga, por el tiempo que hacía, pero como había mejorado un poco y casi no llovía me animé, no en vano llevábamos dos montañeros de nueve años, uno de ellos era ni nieto.

La pista era ancha y buena, pero nunca en mi vida vi mas barro, subidas fuertes con barrizal blanquecino y pegajoso, que a duras penas nos podíamos quitar de las botas. Procurábamos ir por las zonas más pedregosas o por las orillas encima de las hojas del bosque de robles. La ruta era preciosa, pero comenzó a llover más fuerte, y la “chupa” que me agarré fue de época. Todo lo que parecía que era especial para la lluvia, no era tan cierto. Hasta lo que llevaba en la mochila iba calado.

Por fin vimos a hija con mi nieta de cuatro años y a una sobrina esperándonos en una bifurcación señalizada, ya faltaba poco para llegar, nos dijeron (ellas no habían ido con la niña, ya que tenían que pasar el rio –que iba fuerte-) y se volvieron al pueblo donde íbamos a comer.

Seguimos la ruta al lado del rio, pero la cosa se puso peliaguda, pues había que pasar una zona entre escajos y más escajos. Raquel (una sobrina) y yo nos planteamos volver y no seguir. Parecía fácil dar la vuelta e ir al pueblo por donde habían ido con la niña, y ni cortas ni perezosas, nos volvimos. (Enfrente de la señal hay un puentecito de madera y cerca queda el pueblo, nos dijeron).

¿Pero tanto habíamos caminado? ¡Donde coño esta la señal! ¡por fin!...

Efectivamente, estaba el puentecito, y un senderito que se diluía y que había que adivinar entre torrenteras de agua que teníamos que saltar. Seguíamos caminando y no veíamos pueblo alguno. ¡pero si tiene que estar cerca, si venían con una niña pequeña!

Por fin, cuando ya no se sabía por dónde había que ir, vimos una casa a lo lejos… ¡llegamos!

Nos perdimos la cascada de Covalagua. Estaba a cien metros de la zona de los escajos.

La paella salió de cine y con el hambre que llevábamos, no quedó ni un grano de arroz, y la cascada la he visto en fotos. ¡HAY QUE REPETIR!

A las cuatro de la tarde estábamos en la Cueva de los Franceses. ¡Vale la pena ir a verla! Es maravillosa, y lo tienen muy bien preparado para poder verlo. No me extiendo porque por Internet lo podéis ver. CUEVA DE LOS FRANCESES. PALENCIA, y ya sale. Al salir, un poco más arriba está el Mirador de Valcabado, desde donde la vista el espectacular, pero hacía un frío que pelaba a tres grados y agua-nieve cayendo.

En la bajada, paramos a ver el Centro de Interpretación del Románico, pero ya cerraban. A su lado se encontraba la iglesia rupestre Sta. Mª de Valverde, con gran profusión de tumbas excavadas en la roca y protegidas ahora por un techo.

Cuando llegamos, había que volver a cenar y montar otra vez el tinglado. Yo no aguanté más que hasta las doce.

Domingo. Levantarse tarde, desayunar, dejar la casa bien barrida y fregada, llenar los coches de bártulos y bajar a Polientes, dar una vuelta por el pueblo a tomar el aperitivo hasta la hora de comer en el Restaurante de la plaza “La Olma” donde vamos siempre y despedida.

Al pasar por la zona de Reinosa, nubes negras, y lluvia con granizos a tope. ¿Se habrá acabado la sequía…?

Mª Eulalia Delgado González ©
Mayo 2012

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