jueves, 12 de abril de 2012

PÉNDULO .


Un poema inacabado tiene mucho de esperanza
a pesar de decir que se abandona,
que se aúna con el agua y el salitre,
que se olvida de otro tiempo enamorado,
y sin embargo,
lo recuerda siempre, ¡siempre!,
en el borde pendulante
de aquel beso entre las sombras...
y las olas,
y la barra,
y el espejo en la marea,
y las playas hasta el cabo...


Hoy me cuenta ese poema
que carece ya de tiempo
escapando con la espuma y la mirada,
y que reza...


Reconoce su realidad como un abismo,
que se marcha, como entonces, a un otoño,
que se extingue en despedidas;
agoniza y se reprocha aquel pasado irremediable.
Sucedió y así, se queda;
eso fue lo inacabado, el destino y las esperas.
Es seguro que le falta a ese poema
la arribada del amor o, a quien amar,
convirtiéndolo en su faro de La Silla
y en rumor de las mareas.


Y de nuevo, arribaría el dios Neptuno
con quimeras y sirenas,
cabalgando sobre olas
con delfines y gaviotas,
(su tridente esplendoroso),
lucirían las medusas
con su corte de oceánicas hermosas
en carroza des corales,
que por fin,
traigan al hombre,
a ese nombre que está a la espera...


Ángeles Sánchez gandarillas ©
11-IV-2012

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