miércoles, 28 de marzo de 2012

DETALLES INTERIORES.


Sí, el bosque está lleno de magia y si abrazas ese árbol que te gusta, te entregará sabiduría, estabilidad y firmeza; su visión desde la cima del Monte Saria, recovecos de los ríos y los claros, donde soles otoñales son las luces vaporosas, celestiales, descubriendo mil sorpresas.

Te mostraría cada planta y cada seta, cada tronco escalonado por los hongos, transitado en nuestros sueños por los duendes diminutos...

Mariposas danzarinas y microclimas que, sobrevuelan los silvestres azafranes de corolas violetas o camomilas, que son marco del color acanelado y el dorado de los juntos acerados, coronados por simientes, ya resecas, sujetados a fangueras y arenales.

Escucharías el estrellarse de los higos madurados, las castañas erizadas, avellanas y las nueces. Y fue tentado el caminar sobre frutos otoñales.

Oiría el río y la cascada, custodiados por los robles y cajigas centenarias, enraizados y arteriales, aquietados como sendas naturales, aferrándose a riveras cenagosas que limitan las corrientes. Frescas aguas que han saciado a caminantes con la paz o con amores, en turbados plenilunios o en crepúsculos radiantes.

Y verías las margaritas que flotaban en los remansos de aquel río, aprehendidas a largos tallos, enraizadas en los fondos irisados por la blenda, las arcillas, pedregales...

¡Ese fue mi árbol!


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
3-I-2012

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