lunes, 20 de febrero de 2012

SILENCIO.


Leía en el silencio una frase con erratas
dejando en las cuartillas mil vanas esperanzas;
sentía aquella tarde caricias destempladas,
sin versos, sin arropo, perdida por tu falta.
¡Tañían descolgadas a muerto las campanas!
y aquel negro cortejo, filtrado en mi ventana.
La puerta de la iglesia devora aquella masa,
sonaron los suspiros de espantos que bailaban,
florecen esos miedos, desdichas de las almas,
¡Tañeron mis adentros, a reos me sonaban!
También, había espectros, de injurias que llenaban
infiernos, despedidas, recuerdos que arrebatan
en un silencio eterno que rompe mis amarras.
He visto allí, en lo alto, inmensa, la espadaña,
cantaba aquel badajo las penas, hoy calcadas,
perdiéndose en el cielo el réquiem de campanas
y el llanto resecado en sermones que quebrantan...
Aún, paralizados, el templo nos ampara
incluso, bajo el coro. Las penas son derrama
pues, ya ha entrado el hijo y la esposa, ¡sin palabras!...
El coro con sus voces retumba en la gran sala...
Se acercan las mujeres oliendo a fría calma,
a leños de eucaliptos comidos por las brasas,
abrigos que ventean limpieza y pura nafta,
a lumbres chispeantes, a nubes agrisadas,
los paños en los hombros y envueltas en bufandas,
observan en silencio el dolor de aquellas caras
y al ritmo del repique, los rezos y plegarias
de penas y corajes, de rabias condensadas
que inundan todo el templo, muy cerca de la nada,
-¡lavando sus reproches en aguas consagradas!-,
se adentra entre coronas, muy cerca de la Santa,
suplican y quisieran, culpar a quien no mata...,
y pintan en su pecho la cruz de Torquemada,
sufrida en una mueca de palidez nublada
y en secos corazones, sin vida ni esperanza.
Se oían los crujidos del coro, se quejaba
de tanto peso arriba, ¿torturan sus entrañas?,
sonido impenitente de vigas bien clavadas.
Lo cierto es que impresiona y hay miedo en las miradas
y calculan si es momento, la hora de su parca;
con lentos movimientos, del sitio ya se apartan
y no es del coro lleno; se aíslan de añoranzas
en otras agonías y angustias que hoy, las zanjan.
Se llena la escalera, los bancos y butacas,
cerrándose la puerta, cortando así la entrada
a los nuevos silencios y caras demacradas,
y entonces mi familia se junta en la templanza
de la parroquia extensa, que hoy, se juzga enana.
Entraron sacerdotes, los cirios con las llamas,
las túnicas son níveas y las casullas, malvas
y el brillo en la madera de aquella estrecha caja
que al difunto comprimía en la última morada.
Es paso a nuestro premio en la póstuma medalla
que ha unido vida y muerte en tintes de matanza.
Es ese el fin futuro que temes con sus brasas...
Se rezan homilías, confiesan y consagran,
hilvanas oraciones, lo mismo que antes, cantan;
acaba el padrenuestro, comulgan en la palma,
saludan nuestras manos, la paz queda entregada.
“Podéis salir ya en paz” y la liturgia acaba,
los últimos salimos y que el muerto antes parta,
esperas en la puerta y ayudas en la marcha
al frío camposanto; las penas ya te empapan...
“Y asumo así el silencio, ¡cuidado!, un paso falla
y el ruido de algún llanto prendido entre las ramas
hundidos del cansancio, del sueño que fue alarma”.
Recoges ya con ellos, las flores en brazadas
e inertes cual suspiros, belleza que es amarga,
colores con aromas en tumba enmascarada,
mareos del incienso, del aire y de las lacras.
Un hombre ha restañado el cemento con la pala,
la fija con cemento, arena y algo de agua
que entierra la esperanza del muerto y la comparsa,
no queda expectativa, la envuelve otra mortaja...
Silencio, más silencio de lágrimas a rastras,
adioses, despedidas, silencio cuando abrazas,
¡qué cuides a tu hijo, que vivas y renazcas!
a hombros de los días y horas trasnochadas.
Te quede en la memoria el ser que tanto amabas,
recuerda las sonrisas, caminos, madrugadas,
momentos de ternura, de amor y de bonanzas
del día que fue padre..., sus manos en tu cara...
Silencio ya en la iglesia, la tarde y la campana,
el cielo está escondido, hay nubes de borrasca,
silencio entre las teclas, silencio en la jornada,
silencio y reflexiones en las cuartillas blancas,
silencios recogidos, por fin, en la mañana.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
8-II-2012

5 comentarios:

Laura dijo...

Estremecedor.

Anónimo dijo...

Así es siempre, por eso, se vuelve a la vida en busca de un claro de sol y una luna dorada, de ilusiones y risas, de amigos y charlas...
A ver si consigo escribir algo alegre que también te estremezca pero al hacerte reir. Lns.

Jesús dijo...

!Joder, Lines, cada día mejor!
Pero mejor, mejor, te lo juro. O al menos, a mi me parece que es así, y si me lo parece por algo será. Otro abrazo.

Anónimo dijo...

Totalmente transmitida la situacion cotidiana en la que mas tarde o mas pronto todas las familias pasamos. Me ha emocionado

Anónimo dijo...

¡Jó, cuánto me queréis, snif...!, eso no tiene precio, gracias..., más snif.
"Aquí, que quede entre nosotros, es que se aprende mucho en el taller, de los talleristas y del mentor pero, chitón ¿eh?"
Lns.