domingo, 5 de febrero de 2012

REALIDAD.


Me acerqué a leer mi poema diario, ese puente entre la vida interior confundida entre las rimas, en azules almas y en las tierras que sobrellevan las historias sujetando firmemente a cada una.

Esta vez quería escribir, como hago a diario  y no tenía referencias ni nada de que curarme. Me dispuse a ser lectora y a vivir entre los versos y las prosas de otros seres, a saber qué me contaban o qué entendía de esas letras y palabras.

Y sí, encontré lo que buscaba, encontré infinitos versos, tan extensos como bosques enraizados en amores revestidos de mareas y de fuegos, en jornadas borrascosas, tras ventanas de otros ojos, donde estaban esas gotas que escurrían en el vaho de los cristales, siempre adentro, mensajeras de alegrías y pesares; lagrimeos interiores, eso es el propio llanto, sólo es nuestro e intransferible.

Es el amor dentro de un sueño, es la caricia de la noche, es el frío acompañado de mil roces, sumisión acumulada a sabiendas de que el pozo se ha llenado de clarísimos destellos, rebosado de esos llantos.

Y se helaron en inviernos de la espera, a sabiendas que jamás se empaparía en esas aguas, ni hallaría ninguna entrega, ni sería correspondido y eso nadie lo remedia... ¡Nadie, nadie, nadie...!

Tranquiliza en esta espera la templanza y por eso busca calma entre las ramas de los árboles del bosque, en la ría y en sus barcas, en amarres a los muelles realistas y cabales, de ese sol que se abrazaba a la mañana, navegante entre quimeras de las bóvedas celestes, sabedor de aquel entonces, cuando osó extender las redes y cayeron en la arena de la playa del olvido, de imposibles y sin pesca, de las lágrimas intensas, de querer sin la respuesta del amor, el que estaba escondido en los rincones de la vida y apretando en las esquinas del cariño deseado y de ese tiempo que es galeno, medicando lo vivido en fantasía, en recetas magistrales que se enlazan en las rimas de poemas, las que leo y las que cantan entre rosas carmesíes y olorosas.

Es querer una respuesta que partía de sus puertos o moría en sus arenas, que no hay pesca y que no cesa. Es ahora más sufrible, antes fue una enorme pena.

No se llama fantasía, simplemente es un camino en solitario y sin fronteras. Un camino que se pierde en los meandros y en cada cueva, en las olas de las nubes o en cada idea; fue lo bello de la vida y ya jamás conseguiría atrapar entre los dedos a los vientos, el calor y las manjúas.

Se me fueron las historias de alegrías a tristezas, aún así, estoy sonriendo. Un poeta que relata entre sus rimas las tristezas y canciones de la vida.

-No te aflijas hijo mío que ahora mismo te preparo bocadillos.

¡Qué no lloro vida mía!, si eres tú mi gran sonrisa; tú tranquilo y sé obediente...


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
5-II-2012

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