Sentía escalofríos al oír aquellos gemidos cada vez más fuertes.
Quería ayudar a mi esposa pero, era imposible, nos separaban dos paredes azulejadas.
En la calle oía el gentío, y pequeños petardos, hacían tanto ruido que impedían oír; allí esperaba solo, escalofriado y angustiado.
Estaba a punto de desvanecerme cuando empezaron a sonar las campanas de la torre; una, dos, tres... y entonces ocurrió.
Escuché los llantos de mi hijo llegando a este mundo.
Fue en la sexta campanada. En el camino del año viejo al nuevo.
¿Quién va a decidir qué día nació nuestro hijo...?, ¿cómo lo llamaremos...?
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
2011-2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario