domingo, 25 de diciembre de 2011

JESÚS


1er VISTAZO

Un nuevo encuentro literario nos esperaba este 19 de diciembre de 2011.

Los componentes del Taller de escritura y algunos de lectura, íbamos llegando poco a poco y nos mirábamos de hito en hito, (como habíamos acordado para no amoscar a la victima), escalofriados (¿por el frío o por la emoción?), con el aspecto inocente de los ladrones de guante blanco. Que te conste Jesús, que casi nadie sabía nada, se enteraron al llegar, un “momentucu” antes, de eso y de lo que te iban a leer durante el Encuentro Literario...

Se elucubraba entre el grupo: Que si un vino español al final, que si lo sé aviso a mis amigos, que si ¿tú sabes quién es?, ni idea Jesús, ni idea, que si esto nunca había pasado, que si hola Jesús, siempre llegas el primero, que si María dijo ya agobiada, "Id subiendo que ya no cabemos abajo y ya se viene la hora". Salíamos de allí con la misma conversación; que si ¡hola María!, ¿tú también viniste hoy desde Santander y con catarro?, ¡Qué raro es todo aquello!, ¿a que lo pensaste más de una vez Jesús?...

Fuimos subiendo y cada vez llegaba más público. Jesús debía de pensar que dejar en la incógnita a los escritores de los Encuentros Literarios, era un buen método para atraer a los espectadores.

Nos esperaban casi dos filas de butacas con un rotulo de reservado, quisieron sentar a Jesús allí y no hubo manera, ni siquiera avisándole. -Como oyes poco de ese oído, para que escuches bien al “supuesto” escritor; y no lo consiguieron..., no quisiste. ¡Qué necio!

Y llegó María Díez y dijo, "Daremos al autor unos minutos de cortesía", y Jesús con sus tribulaciones a Salcines, y él contestaba, "¡Subirá enseguida!"

¡Por supuesto que no llegaba, ya estaba arriba!.

La expectación crecía y el escritor anónimo no aparecía y ya no quedaban asientos libres en el salón de actos de la biblioteca municipal.

Y en aquella mesa de despacho había de todo, tintero, pluma, un paquetito envuelto, las preciosas calas que lucían como el mismo cielo, sobre el verde de sus hojas, cuajado de alargadas cometas blancas y amarillas. Debajo de la mesa una marmita de leche, en recuerdo de su trabajo cómo inspector de una empresa de lácteos, un cesto lleno de bombones y un tremendo ramo de estilizados mantos con una largura de tallo como yo jamás había visto.

2er VISTAZO

Y María habló... Y dijo que Jesús era una persona importante por su saber, por su humanidad, por su entrar a formar parte de nuestra vida, por su trabajo, por su simpatía, por nuestro aprecio, por..., en fin, por todo y entonces el corazón de todos los que sabíamos algo, empezó a desbocarse a la espera de que todo aquello saldría bien. Aunque sigo diciendo que lo que tengan entre manos Nieves, Flor y María sale siempre perfecto. Y aquello se despeñó; salió Nieves como una exhalación a cambiar el cartel con el nombre de Jesús González González, cambiaron a Jesús de asiento, colocaron y dieron la orden visual a todos los lectores, las miradas se posaron en nuestro protagonista, y se alejaron de aquel salón los miedos y la espera de las tres organizadoras, porque amigo, han pasado un verdadero calvario entre bambalinas.

Llegaron los familiares de Jesús y aquellos ojos azules se desorbitaban, y nuestras miradas se cruzaron y me comunicaron, como reprochando, que estábamos locos con aquella ocurrencia..., y a Salcines, que de tanto ser mecenas cultural, es ya amigo, se le veía divertido y parecía calcular la emoción de Jesús.

Y vi a Jesús con las manos en la cabeza y con una mirada de: "¡Pero, qué habéis hecho traviesas malandrinas!", y su rostro emocionado y la piel a parchazos, y sentí correr su sangre a través de las venas de la cara desde el desbocado corazón. Y oía su corazón, ¡sí, le oía!, parecía una ordeñadora automática a toda pastilla, tirando de los pezones de la ubre de una vaca acongojada por tanto tirón absorbente, sin pausa, (imagina la cara del pobre animal y sus mugidos, con los ojos como platos, ¡Jesús, imagínatelo!), victima de aquel sobreesfuerzo, ¡Dioses!, la cara de Jesús era un libro donde se leían todas las emociones, ¡todas!

Y su esposa Adelina, atónita. Ella sabía lo del libro pues les proporcionó a ese trío de espías, las fotos y la biografía. En ella se dice que Jesús lleva desde los 9 años escribiendo de sus viajes y estudios relacionados con lo administrativo en El Sagrado Corazón, de su inquietud y ganas de vivir la vida, de la familia, de todo. ¡Sí, sí, fue ella la “Marlene Dietrich"! y a la vez víctima. Estaba como pegada a la butaca, ahora ya acompañada por su marido, Jesús, viendo todo aquello con el mismo asombro. Y con nervios y emoción al ver a sus hijos, y escuchando a Salcines en aquel prólogo acertado y cariñoso. Amigos, sé que a Jesús le faltó Rafael Sánchez, nuestro mentor en el Taller de Escritura y que epilogó ese libro, con el que sé, te acuestas cada día y no dejas de mirar, allí, en vuestra cama, el tercero entre Adelina y tú, a tu edad, ya pasados los cincuenta, haciendo “ménage à trois”, ¡por Dios!

Pero a lo mío; iremos contándole a Rafael para que se haga una pequeña idea. La pena fue que no le vimos caérsele la baba, porque sé que te aprecia como persona y como escritor, se divierte con tus escritos y contigo se ríe, ¡que mira que es difícil ver reír a Foncho! Pues ahora tiene esa sonrisa permanente y espontánea..., que la he visto hasta en las fotos del grupo. El epílogo a tu libro fue un soneto titulado: "Punto y seguido".

3er VISTAZO

Amigo Jesús, sé que pasas cada hoja de ese "tu libro", con cariño, con el anhelo de descubrir en lo que tú escribiste algo diferente y que lo encuentras en cada página. El cariño de la encuadernadora que repartió en capítulos con el nombre de cinco miradas, Miradas de Antaño, en la Biblioteca, Dedicadas, Poéticas y Sensibles, ilustradas con acuarelas, acompañada de su amor a la perfección, a la estética, con fotos de antes y ahora; encontrarás la selección de los escritos y las correcciones de una profesional, María, dicho así parece poco pero, es un trabajo minuciosos y verás las huellas de esa Flor sin nombre que siempre está en todos los floreros que se precien y que, quijotesca ella, se dedica a prevenir entuertos y desvalidos. Sumarás además, las vivencias de tardes llenas de emociones, de risas y de mucho cariño. "¿Lo encuentras Jesús, lo encuentras en esas páginas?"

Dijo Salcines: "Un escritor de un especial sentido del humor y que recupera la memoria en una crónica permanente de su vida y de las costumbres, dejándola plasmada sin incomodar". Esas son las bases principales de los escritos de Jesús González González.

Habló de tu vida, de tus viajes, tu actividad; de tus pinturas y tu conocimiento sobre las palabras, costumbres y trabajos de antaño, que quedan reflejadas en tus escritos para que no se pierdan en el olvido, de...

"...un ser bondadoso, sensible, que sabe esperar a que llegue su turno para dar la opinión, que aprende en cada conversación, que sujeta sus impulsos de la sapiencia que transporta para escuchar a todo el mundo".

Valoró igualmente que ha conseguido dejar atrás el prototipo de los que al cumplir edad se aíslan, incluso, los supuestos jóvenes, les aislamos y de esa manera perdemos nuestro anclaje, nuestra herencia, el aprendizaje... Jesús, sin embargo, está activo y es un personaje sincero, rotundo, al que admiráramos y del que aprendemos. Emular su comportamiento debiera ser nuestra meta.

Siguió en ese prólogo intenso y cordial y finalizó diciendo: "Si tengo la suerte de seguir cumpliendo años, ¡Quisiera ser como tú"

Y Jesús seguía asombrado ante todo aquel ir y venir de afectos, de sorpresas, de hijos, y seguía llevando su cabeza atrás, apoyada en el respaldo de la butaca, en busca de aire y de espacio para su corazón, y con la mano en el regazo de su esposa Adelina, tan sorprendida como él, tan apabullada..., y no quería el aire que ella le proporcionaba con unos folios, solo quería respirar todo aquello, quería sacarse de encima tantos nervios, tanto como le sobrevenía..., pero tampoco perdía ripia.

En el semblante de Jesús sobresalían unos ojos enfebrecidos por la emoción, el pecho oscilaba con rapidez, creí ver una respiración y latido al unísono, percibía el calor y cariño que pululaba por allí, tanto que aquella habitación andaba cerca de romperse por dentro, rebosaba, como en el pecho de cada uno de nosotros... Susana siente no haber estado...

Le dijeron que debía subir al estrado, allí aclaró que le daba vergüenza aunque aseveró que: "Cara dura también tengo". Dijo a alguien algo así: "¡Dilo tú por mí!"

Y abrió aquel paquete rodeado de las tres conspiradoras, y todos queríamos ver ese libro, deseo de cualquier mortal que se precie y estirábamos los cuellos como auténticas jirafas, pero nada, tú te quedaste con todo el libro, lo mirabas, lo pasabas hoja a hoja, ¡ah mira, se titula “Miradas”!, y nosotros quedamos con los hombros en el asiento y los ojos encima de tu espalda.

4º VISTAZO

Y subimos a leer tus escritos. Algunos eran extensos y los repartimos entre dos lectoras, y leímos con el mayor empeño, elevando la voz, haciendo de tus letras el mejor homenaje desde nuestros adentros, desde el cariño, desde el respeto y la admiración y desde tu verdad impresa en letras.

Nos hizo reír y nos hizo llorar..., ¿sabes?, todo lo leído iba lleno de tu personalidad y eso, amigo mío, es muy serio.

Y cuando llegó la hora de leer tus poemas, dijiste asustado con las manos en la cabeza: "¡Huy por Dios!"

Pero Jesús, ¡que es buena tu poesía! Y subió Flor y te reclamó en el estrado.

5º VISTAZO

Y según subiste lo primero que hiciste fue ponerte la mano de visera para poder vislumbrar entre los focos a tu hija, allá, en el fondo del salón, porque el amor hacia tus tres retoños, es lo más importante, más que tú mismo.

Aquel habitáculo estaba a rebosar, también de periodistas y admiradores. Los flases y las notas pululaban como los “zapateros” en una charca, y había también una cronista tras de ti, para absorber todas tus emociones y no perder detalle de tanto sentimiento.

Dice que es la primera vez que se encuentra ante los espectadores. Y leyó uno de sus textos, y como siempre, consigue dibujarnos la sonrisa. Estaba sentada a su lado Flor, que claro, era una más entre aquellas flores que adornaban todo y que luego se llevaría en un precioso ramo Adelina. De pronto, al oír el paso de las hojas de los presentes que leían el mismo artículo que él, se paró en la lectura y en alta voz y dijo: "Sí lo tenéis vosotros, ¿por qué lo tengo que leer yo?" Y como siempre, una carcajada llenó la boca de todos. En líneas generales, nuestro amigo se comportó como si todo aquello fuera lo más normal del mundo, así cumple su lema de adaptarse a cada momento con una sonrisa, a cada circunstancia, a lo que depare la vida...

Se levantó educadamente para recibir al Alcalde y escuchó su disertación.

Habló nuestro Edil de la férrea voluntad de los componentes del Taller de Escritura, de lo ínfimo de nuestro gasto, que el libro que debiera haber editado el Ayuntamiento, con los trabajos del Taller, aún no había llegado, pero que éste de Nieves, era complicado superar, (no importa Sr. Alcalde, nos vendrá bien, además de ese mínimo espacio para nuestras reuniones, una edición menor o si no, se la podría Ud. encargar a Nieves y así tendríamos ambas cosas, total, no gastamos ni un ochavo y podría ser un lujo para nosotros, los desheredados del erario municipal y también, sería un orgullo contar con una encuadernación anual de este puñado de escritores del Ayuntamiento).

Julián Vélez, hizo extensivo el agradecimiento al mentor del Taller, Rafael Sánchez y a la promotora del mismo, Flor Martínez, (esto lo aclaró Jesús al pocode concluir el Alcalde), a Salcines, a María y a Nieves, que son el “alma mater” de todos nuestros eventos literarios.

Y llegaron las fotos. Y los abrazos. Y esa sensación de acumulación de fuerza y poderío que se advierte al estar juntos. Y más fotos. Y estaba por allí el espíritu de Foncho, que ví por el suelo algunos brillos etéreos, ¿o eran papelitos de los bombones?, ¡no sé, no sé...!

Y las felicitaciones, muchas, las merecidas y alguna más  quedaron colgadas en los focos, porque hubo, tantas que ya no era posible absorberlas.

En un momento dado dijiste a una persona que andaba por ahí. "¡Ahora sé lo que sentías!"

Ahora, María, Flor, Nieves y tú, ya tendréis los nervios en su sitio, con la calma puesta sobre los hombros.
Te diré como todos ya te dijeron y demostraron, que te quiero, te admiro y te felicito..., ¡también la Navidad!.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
19-XII-2011

1 comentario:

Jesús dijo...

Esto para terminar de acojonarme. Porque merecimientos en mí, no los encuentro. Y no es falsa modestia. Siempre que releo lo que he escrito, me parece que se pudo mejorar un montón.
Si, aquella tarde pensé mucho en Foncho, ¿Sabes que a este tío serio le tengo cariño?
Al trío Maria-Nieves-Flor, nunca les agradeceré bastante el "disgusto" que me dieron, pero al resto de la intelectual familia de biblioteca, os meto dentro del mismo abrazo, Jesús