sábado, 3 de septiembre de 2011

DE NIETOS Y ALGUNOS PERROS.


-align: justify;">
Siete, Conocidos, son siete los nietos que tengo. Perros… hace ya muchos años. El más antiguo se llamaba Trosky, y por ser fiel compañero de mi infancia, dejó en mí un recuerdo inolvidable. Luego, por mi casa pasaron otros, y a todos ellos en su momento acaricié el lomo con mayor o menor entusiasmo, según mi ánimo en ese instante

No, No voy a comparar nietos con perros. Sería, como se decía en mi época, comparar a Dios con un gitano. (Repito que se decía en mi época, porque entonces, con tal expresión, no se ofendían susceptibilidades.) Más nietos y perros van hoy en el mismo paquete por la similitud que abuelos y amos emplean para contar sus gracias.

Por si no lo sabíais, mis siete nietos cuando fueron bebés, fueron también los más listos del mundo. A medida que crecían y estudiaban, ganaban en inteligencia y belleza. Mi Trosky fue así mismo de una inteligencia excepcional; me comprendía hasta por señas.

¡Mira que se lo tengo dicho a mi mujer! No cuentes a nadie las excelencias de tus nietas y nietos. No obligues a tus amistades a que tengan que aguantarse las ganas de mandarte al carajo. ¿Pero es que no te das cuenta que todavía son muchísimo más listos los nietos de ellos? ¡Si al menos escucharas! Si escucharas y observaras un mínimo, verías como sin terminar de hablar tú, te cuentan ellos de los suyos una película mucho más interesante que la tuya…

Pero vamos a ver amiga, ¿y a mi qué coño me importa que esa bendita nieta tuya tenga una lengua que parezca una vieja hablando? ¡Ah!, que con sólo tres añitos hace preguntas que no se le ocurrirían ni a una moza de veinte? Pues mira maja, esa moza de veinte años hizo las mismas preguntas que tu nieta, cuando tuvo la misma edad de ella, y su abuela corrió a contárselo a la vecina del mismo modo que ahora lo hiciste tú.

¡Pero que manía!, ¡Y dale con contar las listezas de los retoños! ¿No te das cuenta que fuiste mucho más sensata cuando criabas a los hijos? Entonces no molestabas a los amigos contándoles sus gracias. A lo sumo era a mí, cuando llegaba a la casa, a quien decías la última ocurrencia de la criatura. Pero aquello era normal. Los dos éramos novatos sacando adelante a un niño, y cada frase nueva era para nosotros todo un descubrimiento. ¡Pero mira que a estas alturas querer impresionar a los amigos con las lindezas de los nietos…!

Es como el que me machaca con la “listura” de su perro. ¡Que si, hombre, que ya lo sé! Que también yo tuve perro y se lo inteligentes que pueden llegar a ser… ¡Y el tío, machaca que te machaca!

-¡Los perros son listísimos! –Me decía.- Estoy seguro que hay perros mucho más listos que sus amos.

-En eso estoy totalmente de acuerdo contigo,- Le respondí al instante.- ¡El tuyo es uno de ellos!


J. González González ©

1 comentario:

Anónimo dijo...

La vida es un lujo Jesús, llena de casualidades cada minuto. Sé de otro can llamado Trosky y también petenece a personas que aprecio.
¿Qué será más casualidad, el nombre del perro o las personas que aprecio?
Si es la segunda, tengo la vida llena de coincidencias y colmada de cariños. Abrazo Jesús.Lns