martes, 30 de agosto de 2011

SEGUNDO CONCIERTO LÍRICO.



Vaya por delante que yo, de oído, nada. De oreja, eso sí. De buen tamaño, y además de soplillo, para que no pasen inadvertidas. Ya lo dijo en su día aquél palentino que vino a vender ajos a la feria de los Santos en Potes: Le compró mi mujer un kilo después de que el hombre le asegurarse que eran buenos para sembrar. Cuando nos marchábamos, se volvió al vendedor y le dijo. “Fíjate bien en mí, que como no nazcan, el año que viene te echo la bronca”. Desde lo alto del camión, el cabrón del hombre le respondió: ”De usted no se si me recordaré, pero del individuo que lleva al lado, seguro que sí, ¡Pues menudas orejas tiene!”. El individuo de al lado era yo. Pero quede claro que aunque oreja sí, de oído, juro por los clavos de Cristo, que nada de nada.

Como será la cosa que estando cumpliendo el servicio militar, un día andaba yo canturreando por el despacho del observatorio meteorológico donde serví, y un compañero de Guadalajara me dice. “González, no sabes lo que yo daría por poder cantar así de mal. Llevo media hora escuchándote atentamente por ver si por casualidad das una sola nota en su sitio, y no hay manera. Lo que tu consigues cantando, es muchísimo más difícil que hacerlo bien.”

Aquel gesto de sinceridad de mi amigo Enrique, selló mi boca para toda la vida. En ochenta años que tengo, no la he vuelto a abrir ni siquiera para cantar “Asturias patria querida…” un día de juerga.

Creo que fue Napoleón, (no me hagáis mucho caso porque no estoy muy seguro), quien dijo que, la música para él era un ruido más. Pues más o menos, a esas alturas de cultura musical, anda el que suscribe. ¡Como para intentar yo presumir de conocer la obra de grandes compositores! Bueno, se que hay sopranos y mezzosopranos. Tenores, contratenores y barítonos. Se que Monserrat Caballé es un auténtico monstruo, (por su voz, no por su tamaño,) y que Plácido Domingo y José Carreras… y otros muchos son auténticas estrellas. Lo sé, porque lo sé. Como sé que Bethoven era sordo, pero no lo se porque mi oreja alcance a comprender la altura de tales excelencias.

Y sin embargo, mira tu lo que son las cosas. Hace un año me encantó el concierto que Mario preparó para deleitarnos en la capilla de La Barquera. Tanto me gustó, que este sábado 27 de agosto, ya estaba yo a las siete de la tarde en todo lo alto de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, para coger un sitio cercano. ¿Qué si fue bueno el concierto? Pues mira, no lo sé; que de música no entiendo. Ni de música ni de muchísimas otras cosas más. Solo sé que me gustó. Que me gustó mucho. Me gusto tanto que hubiera aguantado allí… no se cuanto tiempo más. ¿Quién de los intérpretes era el mejor? ¡Ay coño, pues tampoco lo sé! Pero a mi me encantó Dórothy Guillet. Además de cantar, interpretaba, llenaba por si sola el escenario. Bueno, eso es lo que me pareció a mí. ¡Y me gustó Pedro! Si, Pedro de Celis, el nuestro, el de aquí. ¿Qué nadie es profeta en su tierra? Pues vete tu a saber si aquí se rompe la tradición del dicho, porque gracias a Pedro, a Dórothy, a Pedro González, a Ángeles Iglesias y a Eliseo Ocampo, me empieza a gustar la lírica.

Gracias a ellos y gracias a la silenciosa labor de Mario dirigente de la Asociación Musical Virgen de la Barquera, que si él no lo hubiera puesto por obra… ¿Veis como siempre hace falta gente joven e innovadora?

J. González González ©

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