lunes, 15 de agosto de 2011

JOSÉ A. GARCÍA



Este pintor paisajista expone de nuevo en nuestra villa; lo hace en la sala de la gran balconada de la torre del Preboste, donde la luz natural enmarca esta pintura que produce la sensación de ensoñación y despedida en sus telas, envueltas en un halo de bruma, una constante en sus pinceladas.

Son imágenes que llenan nuestras retinas de puertos, costas y marinas, también muestran parte de lo urbano de las poblaciones, siempre relacionado o cercano a esos lugares y a la naturaleza litoral, un recorrido por Cantabria y el País Vasco en pinceladas costeras.

Sus pinturas trazan, entre esa bruma permanente de sus creaciones, una pantalla que viste al espectador de despedidas y esperas en puertos, que son el punto de partida o llegada de barcos y hombres, sin embargo, ausentes de sus lienzos.

Se puede asimilar la lejanía del horizonte en mares infinitos, unidos a cielos que son los reflejos de su arte, el encuentro suave de ambas tonalidades; hacen dudar de donde nace uno y otro, una maestría evidente con los óleos.

Visionar estas representaciones pictóricas en esta tarde nublada y cayendo un constante calabobos o chirimiri, aumenta el sentimiento de nostalgia y a esa necesidad de compañía y seguridad, es más, sus pinturas demuestra enlaces con la costa y el mar, el agua con los amarres de los barcos a puerto, pretende quizá ese enlace constante, la necesidad firmeza en una mar insegura, a pesar de la belleza y la calma de las aguas.

Algunas de sus telas traen hacia el espectador, el protagonismo de poblaciones más nítidas; la mayoría de las telas expuestas son de tamaño reducido, al menos en esta exposición, lo que revela su habilidad y esfuerzo al plasmar los detalles.

Lleva a bordo de sus cuadros este mundo portuario y relacionado con vida de los pescadores, a sus olores y espacios, a los graznidos de las gaviotas e incluso, los ruidos del calafateo en los astilleros y varaderos.

José A. García Santamaría, el pintor que deja en pinceladas las huellas difusas del alma tras el paso del tiempo, de esos poemas bucólicos que sin querer, se pueden vivir en los días invernales, quizá en un paseo por la zona cercana al mar, donde las imágenes reales serán revividos por la inspiración de García Santamaría, el poeta que pinta la soledad.

Ángeles S. Gandarillas ©
Agosto-2011

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