Mira, estas cosas son así. Unas veces tienes un montón de ideas, y otras, no encuentras tema. Y como tenía gana de escribir un rato, subí hasta la biblioteca con intención de preguntarle a María sobre que tema escribir un par de folios, pero la encontré cerrada. Un cartel en la puerta me informó de que nuestra bibliotecaria está de vacaciones.. !Que te diviertas María!
Bajé por “El Rey” para hacerle la pregunta a Asun, y en dos segundos me buscó quince temas. Asun, para quien no la conozca, es una máquina de pensar. Mejor dicho es una máquina multiusos, porque todavía mucho mejor que pensar, lo que hace es razonar. !Y como razona Asun! Digo, como razona de bien. Lo hace así de bien, porque tiene la gran virtud de ser objetiva, cosa que pocos logramos aunque todos creamos que lo somos. Ser objetivo no es fácil. Pienso que es una virtud con la que generalmente se nace, aunque sospecho que también lo puede adquirir en la escuela de la vida cualquiera de esas extrañas personas con dotes para meditar éxitos y fracasos. Pero las personas normales, no solemos ser objetivas aunque nos creamos lo contrario. Sería como darse cuenta uno mismo de ser mala persona. ¿Conocéis malas personas? ¡Síiii…! ¿Conocéis personas que digan de ellas mismas que son malas? ¡Noooo…! Porque las que lo son, siempre encuentran “razones justas” para justificar su maldad. Encuentran, o encontramos, que a lo peor, yo soy uno de ellos, y aún no me enteré.
Como un día le conté que quería escribir la vida de Dulce, una mujer de nuestro pueblo cuya historia encierra tema para un serial de año y medio en televisión, me dijo que empezara con eso, pero no. Aún me falta mucha información que espero alcanzar este verano de boca de su hijo que vive en la República Checa. “Pues escribe de don Juan”, me dijo. ¡Pobre cura! Nos dio la primera comunión a los dos hace un millón de años. Bueno, a ella hace un poco menos. Pero tampoco. De don Juan ya escribí alguna cosa hace tiempo, y aunque afilando un poco el lápiz daría cuerda para rato por las peculiaridades de este hombre, la verdad es que ahora no me apetece.
“Habla de la juventud, de la nuestra, y la de ahora, ¡Compáralas!” Pero que voy a comparar, si la juventud siempre es la misma. La juventud es lo más grande y hermoso que le ocurre al ser humano. Lo malo es que siempre te das cuenta de ello cuando la has perdido. ¡Ay, si volviéramos a nacer! Iba a decir que si volviéramos a nacer seríamos todos ministros, pero no. Con los años aprendes que para ser ministro no hace falta ser ningún lince. Ni inteligente, ni buena persona, aunque todos sabemos que también hay muchos que lo son. Pero seguro que si volviéramos a nacer, nadie sería lo que en la actualidad es, porque lo aprendido de la vida nos conduciría por otro camino.
Mira Asun, no me hagas filosofar sobre la juventud de antes y la de ahora, porque yo no tengo capacidad para ello. Humildemente creo que la juventud no cambia. Cambiamos todos. Cambia la sociedad que está continuamente en evolución, y cada generación es siempre un poco distinta a la anterior. Por eso nuestros padres nos reprendían, por eso reprendimos a nuestros hijos, y por eso estos reprenderán a los suyos. Y gracias a Dios por ello, porque de otro modo aún estaríamos en la edad de piedra. La juventud de hoy es estupenda, creo que mucho mejor que la nuestra. Pero es distinta. Más espontánea, más natural. Hoy al pan le llaman pan, y al vino, le llaman vino.
A nosotros, antes, el sistema nos atenazaba. Un niño no acercaba a una reunión de jóvenes, porque nos daban una patada en el culo y nos decían: “tu, con los críos, no necesitas saber lo que aquí se habla”. Y los mayores aplaudían.
Antes si el maestro nos castigaba, pedíamos silencio a nuestros compañeros porque si se enteraban nuestros padres, nos daban encima un par de cachetes. Ahora, en algunos casos, esos cachetes pueden ir a parar al señor maestro… Y así sucesivamente. ¿Mejor? ¿Peor? En unos casos sí, en otros no. Pero hoy la gente está más desasnada, y el joven que nació para el bien es mucho que antes, y el que nació para menos bien, a pesar de todo, también creo que es mejor que antes, sólo que lo disimula menos.
J. González ©
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