sábado, 5 de junio de 2010

"HOLAURA"


Holaura:

Hemos estado en el taller ayer como sabes. Ha sido en un lugar diferente donde se apreciaba inmediatamente la hermosura de su capacidad, nada comparado con los escasos 10 m2 de nuestro habitual habitáculo.

Habían puesto en la mesa, en formas de uve mayúscula, un ramito de flores naturales con olor, blancas y verdes, frente al asiento que correspondía a cada uno de nosotros. Faltaban de ocupar dos; las flores permanecieron allí a la espera de ser recogidas.

Era esa la cuestión, es lo que nos daba la sensación de cojera al grupo... No era el local, aunque allí sentados ante una mesa -eso es otra novedad-, en un salón espacioso, con ventanas a la clara tarde, butacas tapizadas en rojo, sillones con ruedecitas, en primera impresión daban la sensación de ser inseguros, pues se movían más de lo deseable o quizás yo estoy poco acostumbrada a semejante artefacto.

Algunas de nuestras jóvenes compañeras comenzaron a investigar; los asientos se podían subir y bajar, inclinarse hacia atrás sin perder la estabilidad, giraban, eran cómodos, si señor. Unos auténticos “Ferraris” comparados con los nuestros, de la bilbioteca, tan usuales. Lo más extraño fue estar tan alejados unos de otros, cómodos, pero colgados del aire que nos separaba… Y las miradas de diferentes mandatarios prendidas en las paredes junto a emblemas patrios.

Resaltaré la amabilidad de quien decidió y preparó todo aquello con la sensibilidad necesaria para que nos encontráramos a gusto y menos impresionados por esa atmósfera, donde se rigen muchos aspectos de nuestra vidas.

Hoy estaba más nerviosa, llevaba 10 días ocupada en un devenir de actividades, ese rato consiguió relajarme a la vez que me solazaba con las lecturas. Unos escritos que parecían haber salido de mentes y escritores consagrados, con un léxico perfecto, se podía llegar al paroxismo con todas ellas. Poemas, raíces, viajes, obras que debieran contener un número de frases determinadas, pero con resultados diferentes, muy buenos, hasta el punto que sentí la necesidad de apartar el mío.

¡Dioses!, que poderío salía de aquellas bocas; en las jóvenes se apreciaba una formalidad con el trabajo pareciéndome doctas maestras, agradecidas letras a musas que inspiran o a raíces familiares, viajes imaginarios en travesías, flirteos flotantes con guías hermosos, refinamientos en decoración con lámparas tifanys, encuentros despechados, caídas manifiestas pero delicadas, curioso -hasta en eso se demuestra la sensibilidad y desapercibimiento nuestra amiga- porque ya es difícil desmayarse con estilo, sin embargo la protagonista de la caída es así, personalmente y en sus escritos. Primaverales poemas concentrados que llevaban toda esa colección de aromas y colores que conllevan, invitaciones rimadas a conocer nuestra villa u otros de cierta tristeza, reflexiones sobre un tiempo vivido, peregrinajes o parejas, con los océanos como coincidencia.

Todo diferente y de calidad, hasta ese escrito que según el autor no decía nada. Algo que demuestra la habilidad, dominio en el lenguaje y manejo de las palabras, dentro de las pautas establecidas por el trabajo encomendado, además de eso, leído con la simpatía de siempre, no nos quedó otra que escuchar con la sonrisa puesta en todo momento, sin disimulos… y carcajadas.

Incluso el atrevimiento de sacar a la luz un dueto en el que se percibía la inexperiencia, pero había algo en él, eran ganas y divertimento.

Una tarde con la empatía repartida entre todos los componentes, unión más allá del “literario”, somos varios seres que confluyen y fluyen en periódicas reuniones de trabajo, con el convencimiento de conservar ese nexo, disfrutar de escribir, leer y vivir. Un bienestar que hace desear futuros encuentros, aunque uno sea el de la despedida de este curso.

Diferentes personalidades, edades, da en pensar que las utopías existen, y este grupo lo demuestra.

Bien amiga, nos veremos en las tres citas que tenemos pendientes, incluyendo el encuentro literario, este se celebrará a la vez que la clausura, situación que nos unirá con el taller de lectura.

Un buen día que repetiremos tantas veces como tengamos estas reuniones, es seguro.

Mirábamos aquellos pequeños ramos de flores, en los asientos por llenar, estabas en el grupo aún faltando…

Un abrazo.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
31 de mayo de 2010

1 comentario:

LAURA dijo...

Me disgusté un poco al no poder ir a nuestra cita mensual con la escritura y con vosotros, pero después de leer este escrito casi que me siento como si hubiese ido.
Muchas gracias por tu recuerdo hacia los ausentes, valor meritorio teniendo en cuenta las grandes joyas de la escritura que estábais en el evento, capaces de llenar el ambiente sin dejar resquicio alguno a la mente para otra cosa que no sea lo que se escucha en ese momento.