jueves, 26 de noviembre de 2009

EN EL TREN

Llegó a la estación con el tiempo justo para coger el tren. Iba casi congestionado porque coincidían en él la preocupación por la tardanza, el calor de Madrid y la parsimonia con que el taxista le fue contando la vuelta del importe de la carrera. Además, era un cúmulo de experiencias nuevas lo que llevaba encima, gracias a que la dirección de la empresa en que trabajaba le había enviado a la capital para hacer un curso intensivo de preparación para mandos intermedios. Los fines de semana los aprovechó para conocer Madrid. Bueno, más o menos encontró lo que esperaba, porque él era un hombre que ponía atención a los reportajes de la tele, y además leía y se cultivaba.

La empresa le había dado un billete de primera clase, y disfrutó el placer de dejarse caer sobre una butaca sumamente confortable. A su lado, un señor con pinta de extranjero, y en frente, dos señoras con pinta de… ¡Coño, menuda pinta! Bien vestidas, mejor aún, elegantes y guapas. Dio las buenas tardes mientras con el pañuelo se enjuagaba el sudor del cuello, y aflojó un poco el nudo de la corbata. Deseoso de entablar conversación se volvió hacia su vecino.

-¿Ejecutivo también? ¿Para qué empresa trabaja?

-No habla español, es inglés -le informó una de las damas mientras el aludido hacía gestos de no comprender.

-¡Hombre, inglés! Un hijo de la gran… Bretaña. Entonces igual viene a devolvernos Gibraltar. Ja,ja…

Las señoras esbozaron una sonrisa de condescendencia.

-¿Ustedes son de Madrid o… también viajan como yo para asuntos de empresa…?

-Sí, somos madrileñas.

-¿De vacaciones? -preguntó mientras se subía los calcetines.

-No exactamente, vamos a una boda.

-¿Se casa una de ustedes dos? Ja,ja. No, seguro, son demasiado guapas para estar todavía solteras. Pero miren qué ocasión para que lo estuvieran… Si aquí el mister hablara un poco de español, nos podíamos ir los cuatro a conocer los monos del Peñón, ja,ja… Es una broma. Pero lo de los monos es cierto. ¿Sabían ustedes que hay monos en Gibraltar?

-Y sin ir tan lejos.

Y cada una de ellas sacó un libro que de seguido se pusieron a leer.

Jesús González González ©
Noviembre 2009

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