Juan era ese prototipo de empresario autónomo, de pueblo, que se tomaba las cosas en serio y hasta creía que, su sola presencia era suficiente para solucionar los problemas de sus negocios.
Regresaba ahora, de Madrid, tras haber permanecido cerca de un mes, en la plaza y Villa de la Corte, arreglando sus negocios ó quizás jorobando a un montón de oficinas y centros oficiales a donde había recurrido para ello.
Nuestro personaje era el clásico "sabelotodo" que siempre quería entrevistarse con el Director, el Jefe del Departamento e incluso hasta con el Ministro del ramo si fuera conveniente, porque claro, él estaba convencido de que sus argumentos empresariales eran los correctos y hasta podía permitirse el lujo de dar clases a todo el mundo, ya que para ello su negocio iba viento en popa, aunque ahora tuviera que estar solicitando aquellas ayudas.
Pero todos esos días habían supuesto un enorme derroche de fuerzas, de comidas y hasta de momentos de expansión para poder relajarse en las noches de bohemia en la capital. Se encontraba algo cansado y adormecido, mientras el traqueteo del tren, le llevaba de vuelta a su pueblo, escuchando a sus convecinas de compartimento contar sus anécdotas y trivialidades, mientras en el otro lado, un señor alto y delgado, con una corbata, permanecía con la mirada ausente, mirando a través de la ventanilla.
En un momento abrió los ojos y dirigiéndose a las compañera de compartimento las dijo:
-Las estaba escuchando, ya que como hablan tan alto, sobre ese tema de los Duques de Cantabria. En realidad creo que el motivo de la separación es otro y que lo hacen para vender entrevistas en las revistas del corazón y en la televisión.
-¿Josefa? -dice una de ellas mirando a la otra-, ¿Qué tiene que ver lo que este buen hombre nos dice con lo nuestro?
-Pues no sé María, pero yo lo que sí recuerdo era lo que me contabas de tu hijo, que está estudiando periodismo y que va a venir a Madrid desde Cantabria.
-De eso nada señoras, que yo las he escuchado bien, lo que estaban era cotilleando sobre los Duques de Cantabria, que si se iban a separar, que si ella pedía no sé cuántos miles de euros por el mantenimiento y que si el marido no quería, ya que la patria potestad de los niños le correspondía a él, por la legítima.
-¡Ay Josefa!, creo que nos hemos equivocado de sitio, mejor será que salgamos a buscar otro lugar donde sople mejor brisa.
-Tienes razón María, quédese con Dios, buen hombre y siga durmiendo.
-¡Señoras, señoras, no se pongan así!, que hay un testigo.
Y dirigiéndose al compañero impasible que continuaba mirando por la ventanilla sin inmutarse Juan le pregunta:
-Perdón señor, usted que ha sido testigo de esta conversación, ¿puede decir si yo he escuchado mal ó han sido estas señoras las que ahora quieren hacerme quedar mal y cambiar la historia para que me la coma con ruedas de molino.
-"Yes", -le respondió el otro compañero. -"I am English, my name is Robert Milton", - (Lo cual traducido al castellano corriente es algo parecido a "Sí, yo soy inglés y mi nombre es Robert Milton)
Rafael Sánchez Ortega ©
19/11/09
Regresaba ahora, de Madrid, tras haber permanecido cerca de un mes, en la plaza y Villa de la Corte, arreglando sus negocios ó quizás jorobando a un montón de oficinas y centros oficiales a donde había recurrido para ello.
Nuestro personaje era el clásico "sabelotodo" que siempre quería entrevistarse con el Director, el Jefe del Departamento e incluso hasta con el Ministro del ramo si fuera conveniente, porque claro, él estaba convencido de que sus argumentos empresariales eran los correctos y hasta podía permitirse el lujo de dar clases a todo el mundo, ya que para ello su negocio iba viento en popa, aunque ahora tuviera que estar solicitando aquellas ayudas.
Pero todos esos días habían supuesto un enorme derroche de fuerzas, de comidas y hasta de momentos de expansión para poder relajarse en las noches de bohemia en la capital. Se encontraba algo cansado y adormecido, mientras el traqueteo del tren, le llevaba de vuelta a su pueblo, escuchando a sus convecinas de compartimento contar sus anécdotas y trivialidades, mientras en el otro lado, un señor alto y delgado, con una corbata, permanecía con la mirada ausente, mirando a través de la ventanilla.
En un momento abrió los ojos y dirigiéndose a las compañera de compartimento las dijo:
-Las estaba escuchando, ya que como hablan tan alto, sobre ese tema de los Duques de Cantabria. En realidad creo que el motivo de la separación es otro y que lo hacen para vender entrevistas en las revistas del corazón y en la televisión.
-¿Josefa? -dice una de ellas mirando a la otra-, ¿Qué tiene que ver lo que este buen hombre nos dice con lo nuestro?
-Pues no sé María, pero yo lo que sí recuerdo era lo que me contabas de tu hijo, que está estudiando periodismo y que va a venir a Madrid desde Cantabria.
-De eso nada señoras, que yo las he escuchado bien, lo que estaban era cotilleando sobre los Duques de Cantabria, que si se iban a separar, que si ella pedía no sé cuántos miles de euros por el mantenimiento y que si el marido no quería, ya que la patria potestad de los niños le correspondía a él, por la legítima.
-¡Ay Josefa!, creo que nos hemos equivocado de sitio, mejor será que salgamos a buscar otro lugar donde sople mejor brisa.
-Tienes razón María, quédese con Dios, buen hombre y siga durmiendo.
-¡Señoras, señoras, no se pongan así!, que hay un testigo.
Y dirigiéndose al compañero impasible que continuaba mirando por la ventanilla sin inmutarse Juan le pregunta:
-Perdón señor, usted que ha sido testigo de esta conversación, ¿puede decir si yo he escuchado mal ó han sido estas señoras las que ahora quieren hacerme quedar mal y cambiar la historia para que me la coma con ruedas de molino.
-"Yes", -le respondió el otro compañero. -"I am English, my name is Robert Milton", - (Lo cual traducido al castellano corriente es algo parecido a "Sí, yo soy inglés y mi nombre es Robert Milton)
Rafael Sánchez Ortega ©
19/11/09
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