miércoles, 12 de agosto de 2009

TEATRO ARMENIO, MUSICA Y CASUALIDAD

(La historia de un hombre feliz, cuentos armenios)

Uve la verdad que las ganas de aprender y de entretenimiento son generalizadas. Hoy en la Plaza de la Constitución, a las 20.30h, seguramente más de 1.000 personas expectantes esperábamos el comienzo de la función. Es innecesario un teatro físico, butacas cómodas y focos enmarcando a los actores y la escena. Vale con estar al aire libre, en sillas de tijera o en pie, la plaza inclinada hacia el escenario porque está en cuesta, luz entre día y noche, expectación y un silencio llegado al poco de que los músico-actores se personaran en aquel sillón desnudo y comenzasen. Eran dos
violinistas, un guitarrista, un contrabajista y una chica que ejercía de narradora y qué casualidad, escritora de un relato

La vestimenta era colorista e incluso un poquillo a la usanza típica del país. La habilidad con los instrumentos era increíble. Comenzó la historia, se dirigió a sus compañeros y adjudicó los papeles de los cuatro personajes del cuento, que concluía con un poco de moraleja. Rey, voceador, hombre feliz y condenado. Se trataba de un rey que aburrido decidió vestirse como un hombre corriente y salir a la calle a observar a sus súbditos.

Oyó fiesta y alborozo en una casa y entró para ver que pasaba. La alegría era intensa y se interesó por quien la organizaba. Se dirigió a él para averiguar como podía costearse aquellas algarabías. El hombre feliz le dijo que con su humilde trabajo de zapatero, todo lo ganado era disfrutado cada día y al otro día poder hacerlo de nuevo y así sucesivamente. El rey le dijo: si mañana su majestad decide prohíbe el oficio de zapatero, ¿Qué harías?, contesto el hombre que eso no ocurrirá y mañana será otro día.

Al día siguiente el rey impidió tener aquel oficio y el buen hombre cambió de trabajo. El rey quedó asombrado al ver que la fiesta estaba de nuevo abierta. Se interesó de nuevo y el buen hombre le dijo que encontró agujas y se convirtió en sastre y con lo ganado de nuevo celebró el poder costárselo. El monarca le hablo de nuevo que quizá el rey volviese a prohibir el oficio de sastre y el ahora costurero le conminó a que callase, pues era como un profeta y cumplíase siempre lo que auguraba.

De nuevo volvió a suceder, hasta que en una ocasión le pronosticó que el rey lo contrataría como guardián. Y según el chico acertó de nuevo, fue contratado por la corte, pero se le dejo en deuda su sueldo, el rey pensó que esta vez al faltar el dinero, la fiesta se aguaría.

Pero al pasar por la casa de nuevo estaba todos en músicas y alegrías, de nuevo investigó y el ahora vigilante le dijo que al carecer de dineros, vendió el acero de su espada y consiguió nuevamente organizar su festejo. Le puso otra prueba aún más dura y al ver sus recursos para salir adelante, quedó asombrado y decidió darse a conocer y seguir el ritmo del que al principio era el zapatero.

La metáfora es que has de disfrutar el hoy, porque el mañana puede desaparecer.

Los relinchos de los caballos, pájaros y cualquier otro sonido que se pueda uno imaginar salían de aquellas manos. También las partituras de los grandes maestros en música, se disfrutaba en todo momento con aquellos actores o músicos, incluida la pandereta de la mujer; parecían multiplicarse y su sonido, como salido de una autentica orquesta, las obras eran conocidas y fáciles de escuchar. Se movían por el escenario a la vez de actuar, tocando y gesticulando, sin perder ni una nota y además añadiendo en las escenas el ambiente necesario.

Buenos, buenísimos, simpáticos, teatrales, físicamente dotados de fuerza, cargaban sus instrumentos en cabriolas y actuaciones, cual si se tratara de parte de su organismo, el único instrumento que si necesitó ayuda fue el contrabajo, hubo de ser cargado por el que hizo el papel del condenado y la relatora, por su gran volumen y peso, pero sólo en ese momento. Se utilizó como montura, como cadalso, como asiento y pasó por muchas fases como elementos musicales de percusión. El interprete se dedicó a cantar como el gallo madrugador, pero de forma escandalosa, ese era otro de sus papeles.

Pude darme cuenta de que contaba con dos arcos, estaban metidos en un recipiente pegado a la zona de abajo donde reposan los nudos de las cuerdas o cordal. Es la primera vez que observo ese detalle, es un recipiente similar al carcaj de las flechas de los arqueros, de hecho de denomina así.

Todo ello bajo el cielo y gracias a los encargados de sonido, tenía la sensación de encontrarme en cualquier auditorio, con una buena acústica. Los gestos y ademanes de estas personas, llenaban la falta de diálogo. Pero la sorpresa ha sido mayúscula cuando de todos ellos salía un castellano claro y alto. Con picardías incluidas en el lenguaje, nos tenían pillado el doble sentido y algunos motes o quizás insultos, porque algunas palabras estaban algo enmarañadas y se entendían así de adecuadas en ese momento.

En esta obra había mezcla de diversas artes del escenario, estuvieron presentes hasta unas sevillanas, un atrezo a base de gafas de sol y la colaboración del público. En esta escena se trataba de despistar al rey para que no se enterase de que pervivían las fiestas, creo que ahora lo llaman interactividad. La participación de los espectadores fue con ejemplos divertidos, uno de ellos se imitaba el estiramiento del brazo a lo John Travolta.

Te puedo decir Uve, que lo pasé mejor de lo que esperaba y el ambiente era distendido. Todo el mundo quiere tener este tipo de entretenimientos, quizás en mi villa el año que viene, nos proporcione alguna cosilla más que este …Ah, fue gratuito. Esta vez te ofreceré un abrazo divertido, quizá lo recojas esta vez.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
Verano de 2009

1 comentario:

Anonymous dijo...

Hola Linés,

vuelvo a tus letras, me sumerjo en ellas..y veo la sonrisa que aflora en cada una de ellas.

Abrazos para tí.