sábado, 7 de noviembre de 2015

COMIENZOS





Octubre, ayer hizo un día maravilloso de sol y sin viento; invitaba a pasear por la playa; cielo azul, marea baja y mucha arena húmeda por la que poder pasear e ir si se quiere hasta el final de la playa, sin los sobresaltos de la subida con los cortes de las rocas y que a veces te hace pasar por el agua. Había gente; son los últimos latidos tardíos del verano que ya dieron paso al otoño, la época maravillosa para un pintor que puede plasmar mil colores de la naturaleza. Iba pensando en los últimos acontecimientos que nos atañen de cerca.


Ya nos juntamos de nuevo en el “Grupo Creativas”. Casi estábamos todas. La mesa llena de fotocopias de labores para poder escoger y realizar. Besos, abrazos, pastelitos y hasta sidra y cava que había quedado en un rincón del final del curso anterior.


Hemos tenido otro acontecimiento. Este no nos ha gustado y era despedir a Samuel, nuestro bibliotecario. Merienda con regalo. Un precioso limonero para que lo plante en su jardín y nos recuerde cuando recoja algunos de sus limones para hacerse un Gin-tonic, eso por el grupo Creativas y una riñonera de piel por el Club de lectura.


Se emocionó, y yo le dije que éramos muy malos, que para eso lo hacíamos, para que se emocionase. No se marchará del todo, ya que quiere seguir dentro del Club como uno más.


Hoy domingo, el tiempo ha cambiado. Han caído las primeras gotas y corre un vientecillo templado típico asurado. Después de salir de Misa de diez, me acerqué a ver el mar desde La Barra; marea subida, la playa a esa hora se veía desierta, el mar como un plato, y me quedé un rato contemplando el reflejo de las rocas en el agua cristalina. ¿Cómo se portará este invierno? ¿Nos dará muchos sustos? Viéndote así, le decía, parece mentira que te vuelvas tan feroz. Hoy pareces esa fina manta de los cuadros de Dalí.


Las mareas últimas están siendo muy vivas. El agua llega hasta la montaña, y nos deja casi sin playa. Los ojos del puente de La Maza casi ciegos dejan una cinta de carretera entre dos aguas y los coches dan la sensación de flotar sobre ella.



                Mª Eulalia Delgado González ©

                                 Octubre 2015

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