Si
mi cuñado no me hace la putada de no venir a buscarme, a San Antonio iré
mañana. Con gafas negras como si fuera un miembro de la camorra napolitana, y
con un bastón, porque ya son tres patas las que necesito para trasladar mi
esqueleto de un lugar a otro. Con sombrero, porque también tengo problemas de
piel, y con las cápsulas correspondientes en el bolsillo, para tomar en la
comida y matar con ellas el exceso de plaquetas en mi sangre. Pero peor sería
no verlo.
Voy
hasta con el permiso del oftalmólogo que me operó. “Con tal de que no conduzcas, y procurando no
hacer con la cabeza movimientos bruscos…”
Y de esta forma quedó salvado el primer proyecto que yo temí me
estropeara la dichosa catarata.
El
segundo, le resolví por mí mismo, pues si quien más sabe de lo que debo hacer, me
deja ir al Monte Corona, para ir un par de días a Isla con la gente de Val de
San Vicente, mejor es no habérselo preguntado.
Vamos el lunes 16, y volvemos el martes 17. Y es que somos miembros de
la Asociación de la Tercera Edad de aquel Ayuntamiento. No en vano vivimos 16
años en Muñorrodero, y mantenemos en la zona un montón de amigos. Y como viajamos en autobús, tampoco necesito
conducir.
Pero,
claro, no todos los problemas se pueden solucionar. Por lo que según estoy
viendo, el tercer proyecto, que era ir a comer al Casino de Puente Viesgo el
próximo día 20, se me va a fastidiar. En
un mes no puedo conducir, y Puente Viesgo está un poco lejos para ir caminando,
ni con la ayuda del bastón. ¡Ya temía yo que esta p… catarata, me dejara alguna
secuela!
Desde
que me jubilé hace veintitrés años, es la primera vez que falto. Una gentileza
que aún sigue manteniendo Nestlé con sus colaboradores jubilados es esta fiesta
que nos prepara todos los principios de verano: Visita a la fábrica para que
conozcamos todas sus innovaciones, y luego una comida de hermandad, por todo lo
alto, en algún restaurante con cierto postín, a la que nos acompaña el director
de la fábrica y sus principales mandos. Es una excelente ocasión de verse de nuevo con viejos
amigos. Alguno notará mi falta, y como de costumbre, investigará con
cautela…”Falta Fulano. ¿Sabéis algo…?
¡Ah, pero vive!” Es lo normal,
cuando nos reunimos no menos de cuatrocientas personas con la fecha de
caducidad cumplida. Una putada de la
catarata. Pero como dije antes, peor sería no verlo.ç
Jesús González ©
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