jueves, 15 de mayo de 2014

LOS QUE ROBAMOS




Sin saber porqué, un día descubrí que había perdido la fe en los políticos. Creo que fue cuando la cosa comenzó a ir de culo, pues cuando todo marcha bien, como se suele decir, ancha es Castilla”.
Tras el desaceleramiento que dijo Zapa, empezaron a menudear los casos de corrupción que fueron creciendo en todos los sentidos posibles: Es decir, en cantidad de partidos políticos, en cantidad de miembros de cada partido, en cantidad de dinero a llevarse, y en categoría “real” de los encargados de birlar lo ajeno.
Pensé que habría juicios rápidos y sentencias rotundas para que los que mandan demostraran al pueblo que allí estaban ellos para defender los bienes de todos, pero oye, ¡qué listos y qué sabios son todos ellos a la hora de liar el lío para no ir a la cárcel, y sobre todo para no devolver lo que se llevaron…!
Y como yo estoy jubilado, y tengo poco que hacer, (si no fuera jubilado posiblemente también tendría poco que hacer porque estaría en el paro), me he puesto a meditar un rato sobre el porqué de la afición de esta gente a llevarse lo que no es suyo, y llegué a la siguiente conclusión, aterradora: En potencia todos somos ladrones. La única diferencia es la posibilidad o no posibilidad, de robar sin que nos descubran. Lo primero que esto pone de manifiesto es la falta de fe cristiana que todos tenemos, a pesar de que algunos sigamos yendo a misa. Porque según el catecismo del padre Astete que yo estudié cuando era crío, por mucho que te confieses, el séptimo no se perdona mientras no se restituya; y a restituir no está dispuesto ni el yerno del rey de bastos.
Y es natural, porque yo creo que el robo es congénito del ser humano. Verás: cuando yo trabajaba, que empecé a trabajar en aquellos tiempos de la dictadura, cuando según se cuenta había una mano dura que casi impedía respirar, la gente que vendía leche a las empresas, la adulteraba con agua, que al fin y al cabo no dejaba de ser una forma más de robar. (Si sientes curiosidad por esto, me lo dices, que te puedo narrar un puñado de historias curiosas que por razones de trabajo viví en primera persona)
Ya entonces lo dijo un día don Juan, el cura de Caviedes, en una de sus espectaculares homilías: “Todos los comerciantes, son ladrones; empezando por el tendero de este pueblo”. Y cuando las mozas fueron a pedir para pagar al “elocuente orador sagrado” que vendría a predicar en la misa de la fiesta del pueblo, el tendero les razonó así: “Le decís a don Juan, que yo robo para mí; no para él”. Creo que no dejaba de tener razón.
Hombre, si el viejo proverbio que dice: “Una cosa es lo que piensa el borracho, y otra lo que piensa el tabernero”, nace de lo mismo: El primero piensa en la forma de marcharse sin pagar, y el segundo, en la de cobrarle dos veces el mismo vaso vino.
¿No has visto que cuando vas a comprar un cuarto kilo de queso, lo primero que te ponen en la balanza es un papel que pesa cien gramos? La culpa es nuestra, (al menos una parte de la culpa), por no exigir que nos pesen primero la mercancía comprada, y después la envuelvan.
¿Y qué me dices del que se hace el tontaina cuando el comerciante se equivoca y le da dinero de más en la vuelta…? ¿Y cuando vas a comprar a la frutería, y mientras te atienden te comes dos o tres ciruelas claudias de las que exponen allí cerca y cuestan tres euros y medio el kilo…? Encima, la dueña de la frutería tiene que hacer como que no lo ve, o echarte una sonrisita de cómplice, porque si te pone cara de no gustarle lo que hiciste, le llamas antipática, y encima no le vuelves a comprar.
No te pongo más ejemplos porque podría llenar veinte páginas y empezarías a bostezar. Ya, ya sé que esto no es nada comparado con lo que roban los primeros de esta historia que te cuento, pero todo es cuestión de posibilidades. Ya lo dijo aquél hace muchos años: “A mí, que me pongan donde lo haya, que de cogerlo ya me encargaré yo”.Y es que a los humanos de occidente, por lo menos hasta que no aprendamos a ser tan responsables y concienciados como los japoneses, no se nos podrá quitar el látigo de encima. Pero si además, el látigo es ligero como hecho con cintas de seda como el que actualmente usan para arrear a esa gente ladrona que nosotros mismos votamos, la cosa va para largo…

                 Jesús González ©

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que razón tienes ,Chen , como "casi" siempre.

Anónimo dijo...

Esperemos que haya buenos entre ellos...
Abrazo escritor
Lines