Parece que últimamente todas mis
excursiones son a Oviedo. Pero esta vez ha sido con mis compañeras de “MUJERES
CREATIVAS”. Somos un grupo, ya amigas que los jueves por la tarde de cuatro a
siete hacemos un poco de todo. Nuestro lema es “YO TE ENSEÑO, TU ME ENSEÑAS” y
además a las seis se merienda, y nos comemos el bizcocho, tarta, pastas o
rosquillas hechos por nosotras con un cafetito. La labor se aparta y entonces
las risas estallan en mil tonterías.
Se decidió que había que hacer
una excursión antes de acabar el Curso y exponer nuestras habilidades, cosa que
haremos, del seis al ocho de junio.
Entre varios sitios, ganó Oviedo.
Se alquiló un microbús, y entre risas salimos a las nueve y media de la mañana.
Nos dejaron cerca del Casco
Antiguo, y fuimos paseando hasta dar con La Catedral y su famosa escultura
fuera de La Regenta. Allí vimos a un grupo folclórico bailar y nos fuimos
acercando por la calle Cimadevilla hasta pasar por el arco que da al
Ayuntamiento. Su plaza estaba repleta de gente y niños de Primera Comunión
esperando entrar en la Iglesia de San Isidoro. El día no podía ser mejor. Un
sol esplendoroso nos acompañó, aunque el nordestillo también se hizo notar; no
solo sopla junto al mar.
Había que ir (como no) a la
famosa plaza de El FONTÁN, donde los sábados hay mercadillo y todas compramos
algo. (SOBRE TODO PARAGUAS) y nos sentamos un rato en una terraza.
Hasta la hora de comer recorrimos
las calles. La plaza preciosísima de Trascorrales, la plaza tan original del
Paraguas etc… Sus comercios estupendos, y todo tan cuidado como una perla.
Se acercaba la hora de comer y
nos fuimos hacia la Plaza de la Escandalera, ya que teníamos reservada mesa en
un restaurante detrás del famoso Teatro Campoamor. La comida fue superior, muy
bien presentada y todo riquísimo.
Después de comer nos entretuvimos
por la Calle Uría, llena con los mejores comercios hasta las seis de la tarde
en que nos recogieron para subir al Naranco y poder ver con sol, ya que en otra
excursión lo vimos casi de noche, la Iglesia Prerrománica de San Miguel de
Lillo y el Palacio Santa Mª del Naranco,
obra regia de Ramiro I del (850), lo más emblemático del Arte Asturiano. Son
tres kilómetros de subida entre urbanizaciones de chalets, que yo ya había
hecho andando, muy bonito. Desde ese sitio se ve Oviedo a vista de pájaro,
entre árboles. Se estaba bien allí entre tanta piedra llena de historia y con
el solecillo de la tarde. Desde allí, ya nos volvimos para San Vicente. A la
llegada, en la Estación de Autobuses, empezaron todas las que habían comprado
paraguas a abrirlos para ver lo bonitos que eran y entre risas nos quedamos un
rato haciendo fotos.
Mª
Eulalia Delgado González ©
Mayo 2014
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