domingo, 18 de mayo de 2014

DE OTRA GALAXIA





            Yo debo ser de otra galaxia. Verás, te lo digo por lo siguiente: para escribir, suelo alternar tres lugares. El que fue Club Social de Caja Cantabria, Cafetería El Rey, o cafetería Carma.

            Al Club Social suelo ir en invierno, pero en verano no me gusta  porque cierra a las siete y media,  y es media tarde. En El Rey, estoy como pez en el agua; pues escribo, hago pausas que aprovecho para con la ayuda de  Asun recordar cosas  del viejo Caviedes, y cuando nos cansamos de hablar de aquellos tiempos, yo vuelvo al ordenador y ella sigue una de esas series televisivas que no terminan nunca. En ambos sitios suelo tomar un café, y hay veces que hasta dos. Al Carma vengo menos; lo hago  cuando como hoy, quedamos con algún amigo. Yo estoy aquí a las cinco, y escribo hasta las siete o siete y media que vienen ellos. Cuando llegan charlamos largo y tendido, tomamos  chocolate porque aquí nos lo hacen al gusto de cada uno, y lo acompañamos con unas palmeras.  Después, si a mano viene, jugamos una partida de cartas, y alrededor de las diez nos vamos para casa donde pico cualquier cosa, meo y me voy a  la cama.

            Lo de ser de otra galaxia lo explico a continuación. Cuando llegué, el salón estaba prácticamente  vacío;  únicamente Javi ocupaba una mesa, y miraba la pantalla del televisor mientras saboreaba sin ninguna prisa una copa de coñác.  Al  poco tiempo empieza a llegar gente y más gente, y en quince minutos se llenó a tope el local. Lo normal siempre ha sido que se respeten las mesas ocupadas; es decir, si en una mesa hay sentada una pareja, aunque haya cuatro sillas, ninguna otra persona se sienta. Pero lo de ahora mismo ha sido un verdadero avasallamiento, de cuyo asombro no me acabo de reponer.  Además de muchas caras conocidas, siguen entrando tipos extraños que no he visto en mi vida, y se apretujan unos a otros como sardinas en lata, para poner toda su atención en la pantalla gigante  de televisión que  adosada a la pared, cuelga del techo.

            Me acorralaron en una esquina junto a la ventana. Me encogí cuanto pude  para compartir sitio con más sardinas que intentaban entrar en la lata, y al vecino más cercano le acabo de interrogar para saber qué coño ocurre hoy en el televisor. Como resulta que este individuo aún es más sordo que yo, levanté un poco la voz, y cuando pregunté de nuevo, ocho o diez se volvieron para mirarme como a un bicho raro. Eso es, como si acabara de llegar de otra galaxia: Resulta que hoy a las seis, el Atlético de Madrid y el Barsa se disputan en el  Camp Nou  el final de la Liga, y yo debo ser el único habitante del Universo que no estaba enterado de semejante acontecimiento.

            No te puedes imaginar el guirigay constante que retumba en mis pobres oídos, y lo que se enfada la gente cuando el jugador de turno no entró cómo él creía que debía de entrar.  Yo sigo a lo mío, dándole a la tecla, y de paso mirando las caras de los espectadores para contarte   los gestos y aspavientos que hacen todos ellos. Discusiones y acaloramientos, los que quieras. Si la energía que queman aquí, la quemaran sembrando patatas, se acababa el hambre en España.

            ¡GOL……! Tres gritos de tres mujeres con las venas del cuello hinchadas al borde de la explosión.  El resto  de la gente, un cabreo impresionante, y un menear la cabeza de  un lado al otro tan gráfico, que me puso  al instante de manifiesto que la mayoría está en contra de los catalanes. No a favor del Atlético, porque la gente es toda del Real Madrid, sino abiertamente  en contra  de las camisetas de rayas rojas y azules.

            ¡Gol……! Y entusiasmo casi general. Fue el gol del empate, pero como los muchos que gritaron  ¡gol!, eran hombres, lo escribo con minúsculas.  Fue mucho más el ruido que hicieron las tres damas del primer GOL.

            Llegado el descanso los ánimos se relajaron, y yo me puse a pensar si la culpa de esta animosidad no la tendrá el señor de la cara cuadrada que rige los destinos de la Comunidad Catalana.  ¡Porque cuidado que se pone necio y pesado con eso del separatismo! A mí, que quieres que te diga: que gane el mejor, que es lo que siempre se pide en toda competición discutida como Dios manda. Y mira, no espero para contarte como acabará el partido, porquen para cuando leas esto ya estarás más que enterado.  ¡Si fuera yo, que parezco venir de otra galaxia…!

                  Jesús González ©

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