Yo
debo ser de otra galaxia. Verás, te lo digo por lo siguiente: para escribir,
suelo alternar tres lugares. El que fue Club Social de Caja Cantabria,
Cafetería El Rey, o cafetería Carma.
Al
Club Social suelo ir en invierno, pero en verano no me gusta porque cierra a las siete y media, y es media tarde. En El Rey, estoy como pez en
el agua; pues escribo, hago pausas que aprovecho para con la ayuda de Asun recordar cosas del viejo Caviedes, y cuando nos cansamos de
hablar de aquellos tiempos, yo vuelvo al ordenador y ella sigue una de esas
series televisivas que no terminan nunca. En ambos sitios suelo tomar un café,
y hay veces que hasta dos. Al Carma vengo menos; lo hago cuando como hoy, quedamos con algún amigo. Yo
estoy aquí a las cinco, y escribo hasta las siete o siete y media que vienen
ellos. Cuando llegan charlamos largo y tendido, tomamos chocolate porque aquí nos lo hacen al gusto
de cada uno, y lo acompañamos con unas palmeras. Después, si a mano viene, jugamos una partida
de cartas, y alrededor de las diez nos vamos para casa donde pico cualquier
cosa, meo y me voy a la cama.
Lo
de ser de otra galaxia lo explico a continuación. Cuando llegué, el salón
estaba prácticamente vacío; únicamente Javi ocupaba una mesa, y miraba la
pantalla del televisor mientras saboreaba sin ninguna prisa una copa de
coñác. Al poco tiempo empieza a llegar gente y más
gente, y en quince minutos se llenó a tope el local. Lo normal siempre ha sido
que se respeten las mesas ocupadas; es decir, si en una mesa hay sentada una
pareja, aunque haya cuatro sillas, ninguna otra persona se sienta. Pero lo de ahora
mismo ha sido un verdadero avasallamiento, de cuyo asombro no me acabo de
reponer. Además de muchas caras
conocidas, siguen entrando tipos extraños que no he visto en mi vida, y se
apretujan unos a otros como sardinas en lata, para poner toda su atención en la
pantalla gigante de televisión que adosada a la pared, cuelga del techo.
Me
acorralaron en una esquina junto a la ventana. Me encogí cuanto pude para compartir sitio con más sardinas que
intentaban entrar en la lata, y al vecino más cercano le acabo de interrogar
para saber qué coño ocurre hoy en el televisor. Como resulta que este individuo
aún es más sordo que yo, levanté un poco la voz, y cuando pregunté de nuevo,
ocho o diez se volvieron para mirarme como a un bicho raro. Eso es, como si
acabara de llegar de otra galaxia: Resulta que hoy a las seis, el Atlético de
Madrid y el Barsa se disputan en el Camp
Nou el final de la Liga, y yo debo ser
el único habitante del Universo que no estaba enterado de semejante
acontecimiento.
No
te puedes imaginar el guirigay constante que retumba en mis pobres oídos, y lo
que se enfada la gente cuando el jugador de turno no entró cómo él creía que
debía de entrar. Yo sigo a lo mío,
dándole a la tecla, y de paso mirando las caras de los espectadores para
contarte los gestos y aspavientos que
hacen todos ellos. Discusiones y acaloramientos, los que quieras. Si la energía
que queman aquí, la quemaran sembrando patatas, se acababa el hambre en España.
¡GOL……!
Tres gritos de tres mujeres con las venas del cuello hinchadas al borde de la
explosión. El resto de la gente, un cabreo impresionante, y un
menear la cabeza de un lado al otro tan
gráfico, que me puso al instante de
manifiesto que la mayoría está en contra de los catalanes. No a favor del
Atlético, porque la gente es toda del Real Madrid, sino abiertamente en contra de las camisetas de rayas rojas y azules.
¡Gol……!
Y entusiasmo casi general. Fue el gol del empate, pero como los muchos que
gritaron ¡gol!, eran hombres, lo escribo
con minúsculas. Fue mucho más el ruido
que hicieron las tres damas del primer GOL.
Llegado
el descanso los ánimos se relajaron, y yo me puse a pensar si la culpa de esta
animosidad no la tendrá el señor de la cara cuadrada que rige los destinos de
la Comunidad Catalana. ¡Porque cuidado
que se pone necio y pesado con eso del separatismo! A mí, que quieres que te
diga: que gane el mejor, que es lo que siempre se pide en toda competición discutida
como Dios manda. Y mira, no espero para contarte como acabará el partido,
porquen para cuando leas esto ya estarás más que enterado. ¡Si fuera yo, que parezco venir de otra
galaxia…!
Jesús González ©
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