martes, 1 de abril de 2014

HAY GALERNAS QUE NACEN SIN PENSARLO...


Hay galernas que nacen sin pensarlo,
como aquella del sábado de gloria,
que Gerardo cantara con sus versos
acallando la voz de las alondras.

Porque surge, de pronto y de repente,
ese viento de oeste, que resopla,
y que rompe ventanas y tejados
y se extiende furioso por la costa.

No se salvan chalupas y traineras
del vaivén tan furioso de las olas,
que reclaman su precio en este juego
tan macabro y sutil que las deshonra.

Se aceleran las manos a los remos
y se reza a los cielos sin demora,
porque solo será, con un milagro,
que la barca soporte su derrota.

Se entremezclan las algas con la arena
en un beso fugaz entre las sombras,
y aparece el infierno, tan temido,
con las fauces hambrientas de su boca.

Es el miedo perenne de los hombres
el que acerca su vida hasta las rocas,
a rozar los cantiles con el hielo
de esa amarga galerna peligrosa.

Porque el hielo acrecienta los cristales
de ese miedo a la parca tan ladrona,
y nos deja las playas muy sembradas
de figuras ausentes y remotas.

Allí están los marinos tan valientes,
los amantes del vino y de las bromas,
extendidos sus cuerpos, ya sin vida,
y sin ver la galerna asoladora.

Porque todo sucede en un momento
y los cielos se cubren , no de rosas,
pues lo hacen con furia contenida
con el viento que llega y les asola.

"...Hay galernas que nacen sin pensarlo
y yo sé, de las mismas, por sus obras,
y también de escuchar a mis abuelos
todo el mal que causaron las traidoras..."

Rafael Sánchez Ortega ©
11/03/14

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