Como gatos
capados, dormimos la noche primera. Que por más relajado que intentes hacer el
viaje, el maleteo y el pataleo siempre acaban por pasar factura. Además tuve la
suerte de caer sobre un colchón que tenía la dureza óptima para mantener mi
cuerpo en la mejor postura de descanso.
El desayuno
perfecto. A mí m sobran todos los embutidos, huevos y pancetas, porque nunca
fui de tenedor a esas horas de la mañana. Pero para quien lo quiera, hay en
abundancia. Café con leche y cruasanes son suficientes para mí, aunque desde el
primer momento estuve seguro de que probaría toda la repostería expuesta en las
bandejas de inoxidable. Es cuestión de días.
A las nueve
y media tuvimos reunión con las guías del Inserso en uno de los salones.
¡Menudo “parlatorio” el de Leonor!, que así se llama la moza
que nos habló. Yo como gato escaldado, (no en vano llevo un siglo viajando con el Inserso),
temía este momento, al que por ética se debe asistir. Te dicen que es
importantísimo estar presentes porque te hablarán de médico y enfermera
gratuitos y sus horas de consulta, te dirán horarios de misa, y horarios de su
presencia, (la de las guías), por si surge cualquier problema durante nuestra
estancia aquí.
Lo que de
entrada no te dicen es la paliza que te van a largar con la oferta de
excursiones que a continuación van a hacer, a un precio verdaderamente abusivo,
y que ellas llaman de pura ganga. Casi todas son de día completo, con comida
incluida en un restaurante de ensueño. Pero para quienes estén más escasos de
dinero, que no se preocupen, que también tienen ofertas de medio día. Todo está
preparado para sacarle lo mucho al que esté dispuesto a pagarlo, y sacarle lo
poco, al que no quiera gastar mucho. En cada una de las excursiones vas a ver algo super-famoso, cuya fama
solo la conocían ellas, las guías; porque los que estábamos allí escuchándolas
con la boca abierta, jamás habíamos oído hablar de tal cosa, ni tuvimos hasta
ahora ningún interés por conocer. Pero todo sea en loor de la cultura
vacacional.
Ninguna se
interesó en informar de lo que debía hacer el que quisiera moverse a su antojo.
Ni siquiera decirle el número de bús que debía tomar para ir al
centro de Palma, porque claro, el que de verdad quiera conocer la ciudad, debe
ir en visita guiada para poder decirle entre otras cosas, donde atracaba “El
Bribón” del Rey, donde tuvo el ático Sara Montiel cuando vivía con Pepe Turs, y
donde está el callejón del juzgado por donde la antigua duquesa de Palma bajó para que la interrogada
uno de los pocos jueces que hay en España con los huevos bien puestos en su
sitio.
Después,
unos pocos fuimos a misa. No es que sea
precisamente eso que llaman un meapilas, pero como siempre lo hice, el domingo que no voy me parece
que me falta algo. Oye, no sé si es una iglesia o una capilla esto que hay en
la punta izquierda del Arenal, pero tiene sobre la pared central que hay frente
al altar, una cruz con un Cristo, que yo de momento le confundí con don Quijote
de la Mancha, cuando lanza en riestra atacó a los molinos de viento. No es que
el artista le pusiera a su obra una lanza en las manos, pero unos brazos flacos
haciendo aspavientos, si que le puso. Creo que no escuché misa. Cristo más
“desdevocionador”, no he visto en mi vida. Al fín, al cabo de un rato creo que
entendí lo que el escultor moderno quiso decir: lo intuí cuando me fijé que
sobre los brazos de la cruz había colgado un sudario. Era, o debe ser, siempre
según mí criterio, un Cristo resucitado. Después de esto ya escuché al cura en
los momentos que hablaba castellano, pues también soltó sus parrafadas en
mallorquín, y entonces yo desconectaba.
Pero fue bonita la misa. A la hora del Padre Nuestro subieron al altar como
un centenar de niños, y le rodearon, (al altar y al cura), y todos en corro, cogidos de
las manos, cantaron la oración que el otro Cristo, (el verdadero, no el forja
de la pared), nos enseñó.
Por la tarde
nos fuimos a Palma de forma autónoma, es decir, a nuestra bola. El bús 23 tiene
la parada muy cerca del hotel, pero como
era domingo nos avisaron de que llevaba un horario un poco también a su bola, y
nos bajamos hasta el paseo marítimo donde frente al Balneario I, tiene parada
el número 15, que no falla nunca. Cada cuarto de hora está allí como un clavo.
Lo primero que pensábamos visitar era la Catedral porque de los que íbamos, la
mitad no la conocían. Pero el hombre propone, y el carnaval dispone. Llegamos
justo en el momento en que se iniciaba el desfile, y nos quedamos a verle. Dos
horas y media de pié, me dejaron las piernas hechas papilla. El caso es que no
notaba el cansancio; estuve así recostado contra una farola, y charlando de vez
en cuando con un uruguayo que tenía a mi lado, y se me pasó rápido el
tiempo.
Nunca pensé que en Mallorca pudiera haber
tanto hispano-parlante, de los del otro lado del Océano. Comparsas, de Bolivia,
Perú, Ecuador, Guatemala… Con unos trajes y unas danzas tan vistosas, que
eclipsaron a las de la gente nativa. Pero… ¡Ay, coño, cuando tuvimos que tomar
el autobús de la vuelta! Noté como si de una pata se me hubiera colgado un
ecuatoriano de aquellos, y de la otra un peruano.
Pero la naturaleza es muy aguda. Conocí la isla en viajes anteriores cuando
andaba bien de los remos, y ahora que ya
me cuesta moverlos, me encanta una vuelta por el Paseo Marítimo del
Arenal, un libro para leer, y el
ordenador para entretenerme en esto que estás leyendo.
Jesús González ©
3 comentarios:
Estoy recorriendo los mismos sitios gracias a tus letras, Rafael. No he visitado Mallorca, pero es preciosa.
Sigue disfrutando. Y que no te den mucha paliza.
Un abrazo.
En realidad "estás recorriendo" Mallorca de la mano de Jesús, ya que él es el que está recorriendo esa bella localidad en compañía de su esposa y otros amigos en el viaje que está relatando.
Un abrazo desde España María.
Rafael
¿Quien es esta María que yo no conozco? Y Rafaél la saluda desde Esmpaña. ¿Es extranjera? Con ese nombre y apellido solo sé de la hija de la popular Marisol
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