jueves, 20 de marzo de 2014

DE ESO, NI HABLAR




            Eso, es eso que no quiero ni pronunciar; pero no me quedará más remedio que hacerlo, si quiero       que me comprendas: Se trata de la cochina política. Cada día me da más repelús. Y como consecuencia de ello, para no tener que vomitar, hace tiempo dejé de leer los periódicos.

            De vez en cuando les echo un vistazo, y me sobra con leer las letras gordas: Cuando gobernaban los unos, jamás escuché decir a los otros, que aquellos hicieron bien una  sola cosa, ni aunque fuera por equivocación. Y cuando les tocó el turno de mandar a los otros, sucedió lo mismo con los unos.  Ya lo dijo hace muchos años el afilador de El Barcenal, cuando mi madre le preguntó que siendo gallego como era, porqué vino a casarse con una montañesa: “Da igual una que otra, todas “tien el eriazu” en el mismo sitio”.

            A estos individuos de la política, (no me atrevo a llamarles señores por si se enfadan),   les pasa lo mismo. Tanto unos como otros tienen puesto el interés en hacer lo que a ellos se les pone en ese sitio que estás pensando, y amparándose en que fueron votados por el pueblo, mienten con una desfachatez increíble al pueblo que los votó.

            A mi no me creas mucho,  porque entiendo de pocas cosas, y de política mucho menos. Pero ayer  cumplí ochenta y tres años, y desde  que nací no he dejado de aprender en el largo y ancho libro que es  la vida, "que obras son amores, y no buenas razones".

            Y verás, te voy a contar a grandes rasgos como vi yo este trozo de nuestra historia que me ha tocado vivir: Recuerdo el zumbar de los motores de los bombarderos bajo el cielo de mi pueblo, y el silbar  cruzado de los obuses entre unos cañones que había en el Monte Corona y otros aquí, en la sierra de Saria. Recuerdo las tropas triunfadoras acampando en los prados del Alberán, y el cambio que le hicieron a la bandera que había en las escuelas quitándole la franja morada para ponerle otra roja, y recuerdo que cuando la enarbolaron,  aplaudió todo el mundo, no sé si porque estaban de acuerdo, o porque el hacerlo era así como un seguro de vida en aquellos momentos de tanta inseguridad.

            Después llegaron las cartillas  del racionamiento de víveres y de tabaco. El racionamiento  del pan de centeno, y los comedores de Auxilio Social donde distrajeron el hambre los niños de las familias más necesitadas. Nació la Fiscalía de Tasas para controlar que los comerciantes no cobraran ni un céntimo más de los precios que fueron fijos en todos los artículos, y como consecuencia de ello nació el contrabando a gran escala, y el estraperlo para las menudencias.

            Con  las camisas viejas de sus maridos, las mujeres hicieron camisas nuevas para sus hijos, y con hilo gordo hicieron  reparaciones  que fueron auténticas maravillas en las punteras rotas de las alpargatas  de toda la familia. 

            Cualquier rincón que tuviera tierra vegetal sirvió para plantar un manojo de berzas, y las Juntas Vecinales de los pueblos concedieron  a  los vecinos  terreno comunal donde pudieran sembrar maíz y patatas. Se repoblaron montes con robles y hayas, que sirvieron además para meter jornales en muchos bolsillos necesitados. Y con la esperanza de ganar  para el bien de la familia, comenzó una emigración a Francia que sin tardar mucho tiempo se extendió a Alemania.

            Después empezaron a funcionar Solvay, y La Continental, y mas tarde emergió Sniace como un monstruo de la industria en nuestra provincia. La gente compró bicicletas como medio privado de comunicación cercana, y cuando la situación comenzó a florecer aparecieron  Vespas y  Lambretas, que mitigaron el sufrimiento del constante pedalear para llegar a los sitios.

            Crecieron  la industria y el comercio, y comenzó el paulatino retorno de los  emigrantes españoles. Como por arte de magia España entera se plagó de Seat 600. Vinieron a veranear las francesas, y a nosotros se nos abrieron los ojos grandes como  boquerones de un pajar para contemplar los bikinis de colores, y no necesitamos estrujar demasiado la mollera  para imaginarnos lo poco que  les quedaba debajo.
           
            Fraga inventó los Paradores Nacionales de Turismo, los alemanes descubrieron las Baleares y los ingleses la Costa del Sol.

            Se seguían contando chistes de Franco, que era el único protagonista de todos los actos políticos habidos en el País. El hombre, que inauguró una docena de pantanos en  nuestros ríos más importantes, se sentía feliz entrando bajo palio en las catedrales, y alcanzaba el climax  de la satisfacción personal, en los actos públicos cuando se veía aplaudido por miles de personas que le vitoreaban con gritos  de Caudillo y Generalísimo.   Los borrachos de todas las tascas del país, además de cantar el Asturias Patria Querida, cantaban también, “Franco, Franco, Franco, no vemos el modo, de que salga otro como tú en el No-Do”, que era el noticiero que se proyectaba en todos los cines antes de la película.

            Después Franco se murió, y lloraron los que a su sombra vivieron espléndidamente. La mayor parte de la gente que en vida le aplaudió a rabiar, se quitó la chaqueta y se quedó en mangas de camisa, a la espera  de ver cual era el nuevo color que tenía que comprar, y  cuando al fin  llegó la tan esperada Democracia, cada cual vistió el color de chaqueta que le dio la gana.

            España se desmembró en diecisiete   Autonomías. Hubo además de la Familia Real un Presidente del país con sus ministros correspondientes, sus senadores, sus diputados, sus directores generales,  sus subdirectores,  sus consejeros, los consejeros de los consejeros, y todos los etcéteras que tu quieras añadir. Los diecisiete Presidentes  de  las correspondientes Autonomías, nombraron  consejeros para que les aconsejaran en todas las materias que ellos ignoraban, que más o menos debían de ser todas; nombraron directores, subdirectores y otra retahila de etcéteras… Unos y otros se asignaron unos sueldos cuyas cifras dan escalofríos y unas prebendas que al escalofrío le añaden fiebre de cuarenta grados, y cuando les asalta la menor duda de que sus ingresos puedan mermar, lo solucionan subiéndonos los impuestos.

            El que arreglaba zapatos levantó el suyo del pedal del coche que conducía, y le llamó “desaceleración” a la consecuencia de su mala gestión, y el que en la oposición tanto rajaba, rajaba, y… rajó… y, llegó al poder para no solucionar los problemas del paro, que hasta hoy no ha dejado de crecer.

            Vuelven a emigrar  los jóvenes a Alemania, pero como la Merkel no tiene nada de tonta sólo admite titulados con conocimiento de la lengua, y como los que mandan y cobran esos sueldos de escalofrío no pasan hambre, se olvidaron de retomar los comedores de Auxilio  Social, donde puedan comer  de esos cinco millones  y pico de parados que tenemos en España, cuyos hijos no mueren de hambre gracias a Cáritas, y a la generosidad de sus colaboradores…

            Con esto termino, rogándote que no me hagas mucho caso, porque soy profano en cuestiones de política y economía… Sólo cuento la historia como mis cortos alcances me dan a entender,  y te pido por favor que me aclares los puntos en que no estés de acuerdo...

                Jesús González ©

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay madre!!! Gracias por poner en unas letras, lo que piensan las gentes de a pie. ¡Plas, plas, plas...
Un abrazo.
Lines

Pedro dijo...

Mås razón que un santo. Yo me digo:
Dato 1: En España, nunca la renta per capita fue tan alta coko ahora.
Dato 2: En España nunca ha habido tanto parado como ahora.
Incógnita: ¿Cómo se come?
Resultado: Hay CAPITAS y capitucas.
P.D.- ¡Vaya pragmatismo el del afilafor!