sábado, 15 de febrero de 2014

SAN VALENTÍN






            No es que en mi época fuéramos más listos; simplemente éramos menos tontos.  No necesitábamos que el Corte Inglés, a la cabeza de todos esos comercios que están desando sacarnos de los bolsillos el poco dinero que guardamos en ellos, nos intentaran casi a la fuerza, hacernos comprar un regalo para este día.



            Nosotros, los antiguos, nos queríamos todos los días del año, y cualquier motivo era bueno para hacerle un regalo a nuestra pareja. Se lo hacíamos para festejar su “cumple”, su Santo, el día de Reyes, o simplemente por arrancarle así, de propia iniciativa, uno de aquellos besos tan especiales… Y lo hacíamos unas veces por tradición, y otras simplemente porque se nos antojaba; pero siempre por propia iniciativa. Ahora parece como si todos los medios de comunicación se hubieran puesto de acuerdo para informarnos de que el día l4 de febrero de todos los años, es San Valentín el patrón de los enamorados, día en que las parejas deben quererse, y demostrárselo uno al otro  con un regalo cuanto más caro mejor.



            Tampoco acabo de comprender   qué pinta  San Valentín liderando los negocios mercantiles de medio mundo, cuando él jamás se dedicó a la venta de perfumes ni de lencería fina, y mucho menos de tangas de gasa roja,  ni de teléfonos móviles y demás virguerías electrónicas que cada día aparecen en el mercado.



            Seguro que  a todos esos comerciantes  que tanto bambolean en estos días el nombre del Santo, les importa un comino la santidad del tal santo, y si alguien se decidiera a preguntarles a cerca de él, no encontraran respuesta que dar. Pero para quienes queráis saber un poco más: Parece ser, siempre con las debidas reservas que debemos aportar a estas  historias, que el bueno (o lo mejor no tan bueno), de San Valentín no fue otra cosa que un médico romano que en tiempos del emperador Claudio  el Gótico se hizo sacerdote y se dedicó a casar en secreto a  soldados  del Imperio. Esto lo había prohibido el Gótico  porque sus hombres debían consumir todas sus energías en las batallas que tan frecuentemente surgían,  y no entre las faldas de las amas de casa. Por ello, en el año 270, el Emperador mandó degollarle y se quedó tan  fresco.



            Supongo que de ser patrón de algo, San Valentín debería serlo de los amores prohibidos. Pero claro, los prohibidos, aunque sin duda son los más apasionados, no son ni mucho menos, los más comerciales. Por eso, porque son prohibidos y además suelen ser secretos. ¡Y vete tú a la cama con tu mujer, con el secretismo y con el perfume en el cuerpo del regalo que le hiciste a la otra…!

           Jesús González ©

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