lunes, 17 de febrero de 2014

COCA-COLA





        Dicen que cierra algunos de sus centros, y como consecuencia de ello, un montón más de españoles se quedan en el paro. ¿Existe algún modo de ponernos en contacto todos los españoles para cerrar  el gaznate al mismo tiempo  y no volver a beber semejante porquería?

            En mi juventud no conocíamos la coca-cola y estábamos tan panchos. Bebíamos refrescos de zarzaparrilla que  además de quitarnos la sed, nos aportaba propiedades diuréticas y diaforéticas, lo que quiere decir que meábamos que daba gusto, y que  la sangre circulaba por nuestras venas sin un tropiezo de esos que  te llevan deprisa y corriendo a un hospital. Además teníamos las botellas de bolinche de cuarto de litro de agua gaseosa, o los refrescos de agua de manantial con zumo de limón de Novales y un poco de azúcar, que no existe en el mundo ni coca ni cola que lo supere.

            Pero el marketing es el marketing,  y lo primero que hicieron los americanos cuando decidieron vender aquí su bebida con colorantes, conservantes, aromatizantes y un montón de “antes” más, fue inundar nuestro país de carteles con el nombre de “Coca-cola”. Fíjate como sería la cosa, que una vez que Franco visitó una escuela de barrio en Madrid, hubo un niño que no le reconoció, y el maestro escandalizado exclamó: Pero Pepito, no digas que no le conoces, si su nombre aparece escrito en todos los periódicos y carteles de España. Y el niño todo presuroso respondió: Ah, sí, ya sé; es el señor Coca-cola.

            Y como el nombre de Coca-cola nos le metieron en el subconsciente  poco menos que a martillazos,  cuando en un bar nos preguntaban que queríamos beber, el primer nombre que afloraba era ese. Así empezamos como sin darnos cuenta, y cuando ya estábamos todos encocacolizados nos montaron  aquí unas plantas embotelladoras para que tuviéramos más cerca el suministro. Ocurrió que llegó esta crisis, y cinco millones de parados se vieron obligados a abandonar  el consumo de Cola; y otros que aún no se pararon, lo toman con contadotas procurando reducir gastos por aquello de lo que pueda pasar.

            Los señores cocacoleros notaron el bajón de ventas y se dijeron que como ya no son espuertas de dinero lo que se llevan para América, que a los españolitos les den por donde Caperuzita llevaba el cesto, que ellos se marchan, y que se marchan tranquilos porque además de españolitos somos tan tontos, que seguiremos bebiendo su brebaje aunque se envase en la Cochinchina…

             Jesús González ©

1 comentario:

Pedro dijo...

¡Hecho, Jesús! Paso de la Coca-Cola. Mañana voy al Mozucu y pido un refresco de agua de manantial con zumo de limón de Novales y un poco de azúcar. Si el lunes no aparezco por la biblioteca, no es que haya desertado: es que no me han dejado salir del loquero.