El niño corrió a ver
la serie chillona de Xing Chang.
Me dirigí a
cepillarme los dientes. Oí el portazo de
ella que se dirigía a la playa a la hora más peligrosa.
Con la boca llena de pasta vi desde el espejo la figura del hombre.
Quedé petrificada
cuando él echó el pestillo, pero no perdí el aplomo. Eran puños rápidos, incontrolados de niña contra la cornamenta de un
toro. Mis ya agonizantesNOES chocaban contra sus melosos requerimientos.
- ¡NIÑO, ¡NIÑO!
¡VEN!, ¡SOCORRO!
-
¡Xing
Chang! ¡Xing Chang! Atácala, ahora.
San Vicente de la Barquera, 27 de julio de 2013
Isabel Bascaran ©
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