miércoles, 3 de abril de 2013

SIN REFLEJOS



            Es verdad lo que comentaba el otro día:  Que en la gente mayor los reflejos van desapareciendo tan calladamente, que uno no se entera de que es la masa encefálica que se le va encogiendo. Porque los viejos encogemos. De estatura ya mermé unos centímetros, y de espesor otros pocos. Lo del espesor me lo recuerda todos los días la cadena del reloj, que antes que quedaba justa, y ahora me sobran un par de eslabones.



            De la falta de reflejos me di cuenta hoy que me tocó volver al traumatólogo.  Oye, ¡cuanta gente en la sala de espera con problemas en los  huesos! Pues nada, que me senté a esperar que me tocara el turno, y de repente descubrí sobre la puerta de la consulta algo que me pareció una esquela mortuoria. Era un folio escrito con algo que no alcanzaba a leer, y sobre lo escrito, una cruz negra.



            Se lo dije a mi mujer,  y a mi hija que nos acompañaba: ¡Joder, si estamos en el tanatorio!  Los que lo oyeron se echaron a reír, pero a mi aquello me dio un repelús de mucha madre. Después caí.  Caí cuando vi que esquelas mortuorias como aquella las había en varias puertas, y ya se ,me hicieron a mí demasiados difuntos para un solo día.



            La cosa era una protesta por los recortes sanitarios que el gobierno está haciendo a la Sanidad Pública. ¿Pero es que no hay otra manera menos lúgubre de protestar? Podían poner a una niña con unas tijeras en la mano recortando una Mariquita.  Así sabríamos que la cosa iba de recortes, y no de amenaza de muerte segura como parecía anunciar la negrura de aquellas cruces.



            Me dio  la impresión de que mucha gente va al especialista porque no sabe otro sitio donde ir; lo digo porque de las cuatro puertas que dan a la sala de espera, salían las enfermeras llamando a consulta a cantidad de gente que no estaba presente.  También pudiera  ocurrir que estuvieran esperando desde hacía mucho tiempo, y se hubieran muerto antes de la fecha de la cita… ¡A ver si tanta cruz en las puertas era por eso, y no por los recortes!  Otra vez que vuelva, leeré la letra chica de las esquelas, que luego pasa como con las  “preferentes” de los bancos, que por no leer a tiempo la letra menuda, pasó lo que pasó.



            Serrano se apellida el traumatólogo que me recibió en el ambulatorio, y que no era el mismo que me vio en Sierrallana el primer día. Me miró el tobillo roto,  y me dijo que aunque  latoso,  no era tan grave como yo pensaba. Terminó de satisfacerme cuando me confirmó que podía hacer mi viaje  previsto para el día doce a Menorca con tal de que no anduviera demasiado, y yo prometí no andar más que lo justo                   

Jesús González ©

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