domingo, 3 de febrero de 2013

DIOS...



¡Dios!,
me haces sentir geisha en un otoño perpetuo,
en un jardín sin importancia, sin podar, sin temporadas florales...


Siento manar el agua del mar en reflujo omnipotente,
escalado,
enorme,
denso y fuerte;
olas que despegan de mí arena a ti,
a un sin fin de mar y sal, de peces y cielo,
de horizonte imperturbable 

hasta un sol que nace y muere
en la misma línea, del mismo colorido,
con la misma fuerza en láminas hipnóticas.


Me haces por completo, 

trasladas mi alma al infinito,
a la relajación íntima de una deriva,
al sentir en soledad con ataduras de agua
en correas de nubes, 

de techados al sol abiertos a la lluvia
templada...


Eres cuerpo y espíritu de magnanimidad,
de negación que añora el lugar 

y el tiempo de amor a ti,
pleno,
uniforme,
claro,
reposado.


Entrego mi parte, sin cuentas ni réditos.
Tenla. 
De mí, a tu poesía de verdades a hombros de la vida.

Sé por un segundo y serás eternamente feliz.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
2-II-2013

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