martes, 9 de octubre de 2012

DOLO


Leía los escritos de Dolo, una querida compañera, buscaba inspirarme.

Más, tenían tanta personalidad y sentimientos que solo los leí y disfruté.

Sí, desprendían muchos sentimientos; hacían hablar al mar, al sol, a los jardines, a la generosidad...

Enseñaban sabiduría en oleadas, a mares llenos o en bajamares.

Me pregunté entonces porqué nos gusta tanto pasear por las arenas húmedas que dejaban las bajamares.

Quizá fuera porque es más fácil pasear por la dureza de la arena.

O por el placer de descalzarse y ser acariciado en esos masajes que apaciguan los ardores de este caminar por la vida.

A lo mejor esperamos conquistarla, como queremos hacer con todo.

No se nos va a arreglar. 

Ella tiene sus amores bien definidos. 

No los traicionará.

Aunque parece engañarnos un par de veces al día; se va despacio y vuelve apasionada y llena de movimiento, de blancuras abrazadas en sus olas que acunan a las barcas de las rías o, en caricias que reparte muy despacio en las arenas casquivanas y a infinidad de seres que la esperan...

Es un movimiento constante y subirá en otro lado.

Es posible que llegue al amor de un puerto de rocas y palmeras donde el hombre no haya llegado.

Sí, la mar es una amante fiel.

Suelen intentar conquistarla las luces de las ciudades, bellas estrellas y la romántica luna que la lleva y trae con su dominadora gravedad. 

Hasta las nubes cubren e intentan amortiguar su oleaje y sus enfados. 

Pero no. 

Nada consigue despistarla de ese amor itinerante. 

Y al humano, que quisiera someterla, aunque diga que la ama, mucho menos.

¿No podemos conquistarla y por eso la matamos?

A veces se rebela y nos lame con su fuerza, demuestra que si quisiera, nos podría arrastrar hacia sus fondos y a veces lo hace... 

La hemos robado muchos metros. 

La hemos empachado con detritus y basuras. 

La hemos enfermado y tiene tanta fiebre que deshace hasta los hielos de los Polos.

Y ni los barcos más grandes son nada para ella, quizá sean como los organismos microscópicos que disuelve nuestra boca y ni nos damos cuenta... 

Ella es fuerza que aliada con los temporales de lluvia, viento o maremotos, se demuestra incontrolable y esa impetuosidad me produce miedo.

La cantamos poesías y canciones, le presentamos nuestros amores, pero explotamos y vaciamos su barriga sin medida...

Y nosotros, ¿qué le damos? Cuando se ama hemos de entregarnos incondicionalmente y no es el caso.

Somos la tormenta del enamorado celoso que la devasta. 

Nos han hecho creer que hemos conquistado el aire, la mar, la tierra, el universo...

Cuando oigo eso, pienso que somos todos ilusos y otras veces, todos poetas. Elijo ser poeta, la dañaría menos...

Quería hacer un bonito cuento o un bello poema, sin embargo, he tintado de resacas este escenario con 2.309 caracteres con espacios -las mareas que hace que nos conocemos- y 28 párrafos –las semanas que hace que no te vemos-.

Dolo, ¿escuchas acercarse la marea de tus compañeros en oleadas de amistad?

Gracias por tus escritos. Espero darte un abrazo fuerte, blanco, y envolvente como las olas...

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
8-X-2012

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