Leía los escritos de
Dolo, una querida compañera, buscaba inspirarme.
Más, tenían tanta
personalidad y sentimientos que solo los leí y disfruté.
Sí, desprendían muchos
sentimientos; hacían hablar al mar, al sol, a los jardines, a la
generosidad...
Enseñaban sabiduría en
oleadas, a mares llenos o en bajamares.
Me pregunté entonces
porqué nos gusta tanto pasear por las arenas húmedas que dejaban las
bajamares.
Quizá fuera porque es más
fácil pasear por la dureza de la arena.
O por el placer de
descalzarse y ser acariciado en esos masajes que apaciguan los ardores de este
caminar por la vida.
A lo mejor esperamos
conquistarla, como queremos hacer con todo.
No se nos va a arreglar.
Ella tiene sus amores
bien definidos.
No los
traicionará.
Aunque parece engañarnos
un par de veces al día; se va despacio y vuelve apasionada y llena de
movimiento, de blancuras abrazadas en sus olas que acunan a las barcas de las
rías o, en caricias que reparte muy despacio en las arenas casquivanas y a
infinidad de seres que la esperan...
Es un movimiento
constante y subirá en otro lado.
Es posible que llegue al
amor de un puerto de rocas y palmeras donde el hombre no haya
llegado.
Sí, la mar es una amante
fiel.
Suelen intentar
conquistarla las luces de las ciudades, bellas estrellas y la romántica luna que
la lleva y trae con su dominadora gravedad.
Hasta las nubes cubren e
intentan amortiguar su oleaje y sus enfados.
Pero no.
Nada consigue despistarla
de ese amor itinerante.
Y al humano, que quisiera
someterla, aunque diga que la ama, mucho menos.
¿No podemos conquistarla
y por eso la matamos?
A veces se rebela y nos
lame con su fuerza, demuestra que si quisiera, nos podría arrastrar hacia sus
fondos y a veces lo hace...
La hemos robado muchos
metros.
La hemos empachado con
detritus y basuras.
La hemos enfermado y
tiene tanta fiebre que deshace hasta los hielos de los Polos.
Y ni los barcos más
grandes son nada para ella, quizá sean como los organismos microscópicos que
disuelve nuestra boca y ni nos damos cuenta...
Ella es fuerza que aliada
con los temporales de lluvia, viento o maremotos, se demuestra incontrolable y
esa impetuosidad me produce miedo.
La cantamos poesías y
canciones, le presentamos nuestros amores, pero explotamos y vaciamos su barriga
sin medida...
Y nosotros, ¿qué le
damos? Cuando se ama hemos de entregarnos incondicionalmente y no es el
caso.
Somos la tormenta del
enamorado celoso que la devasta.
Nos han hecho creer que
hemos conquistado el aire, la mar, la tierra, el universo...
Cuando oigo eso, pienso
que somos todos ilusos y otras veces, todos poetas. Elijo ser poeta, la dañaría
menos...
Quería hacer un bonito
cuento o un bello poema, sin embargo, he tintado de resacas este escenario con
2.309 caracteres con espacios -las mareas que hace que nos conocemos- y 28
párrafos –las semanas que hace que no te vemos-.
Dolo, ¿escuchas acercarse
la marea de tus compañeros en oleadas de amistad?
Gracias por tus escritos.
Espero darte un abrazo fuerte, blanco, y envolvente como las
olas...
Ángeles Sánchez
Gandarillas ©
8-X-2012
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