viernes, 24 de agosto de 2012
ENCARGO
He encargado un corazón que no me duela,
que serene la inquietud en mis amores
y, evitarme el sufrimiento
de creerme en la desdicha.
He encargado que lo traigan entre nubes,
que lo envuelvan mariposas, algunas hadas,
y lo enlacen con el cauce de los ríos
o, el coro de las aves en su canto.
Lo adquirí en justo precio;
me ha costado la promesa de un abrazo.
Lo saqué del bello envuelto
y lo puse en mi costado...
Está lleno de dulzuras y recuerdos
en la sombra de un vergel del Paraíso...
Sus latidos retumbaron en mis labios
y en el centro de la noche,
se salieron a las puertas del espacio
y a caminos infinitos;
sin embargo,
él, seguía con su viaje hasta otras manos,
y las mías, prolongaban su camino
acercándole a la estancia del pulsado.
Se encontraron y al unirse,
palpitaron de tal forma
que sonaron al fragor de las tormentas.
Fue un latido fusionado
entre luces del Olimpo,
en las cuevas de los hados,
o, en el hueco inaccesible de un abrazo.
Orientados por Proteo,
fulguraban como estrellas.
Pigmalión, envidiaría ese embeleso
a pesar de haber mudado el marfil de Galatea,
pues, podían ser cautivos de si mismos.
Más,
el poema se moría en cada verso
y llenaba a los amantes
de un vacío bien rimado,
cuando, aquello que leían
se perdía al declamarlo.
Fue locura de la mente
y una tregua,
de visita en el palacio donde guardan los deseos,
en la orilla del Parnaso...
Fantasía de despiertos,
osadía de aturdidos,
de unos versos poco cuerdos
en la senda de la vida,
de la nada a unos labios
que, sin besos suspirados,
pretendían sentimientos,
y sacaron de contexto la existencia,
reviviendo otros años y amoríos...
No he podido costear la fantasía,
nebulosa de los pálpitos pasados...
¡No se venden ni se arriendan corazones...,
ni siquiera por encargo!
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
24-VIII-2012
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