Ahí en la mesa de al lado hay cuatro mujeres sentadas, nos separa un ventanal y nosotros dentro, charlamos de nuestras cosas mientras nos tomamos un chocolate; a ellas ahora las sirve el camarero, nos llama la atención un plato con una enorme palmera, todos observamos como una de estas mujeres la va partiendo en pedazos para repartirla, las demás van cogiendo los trozos y comiéndoselos, nos sorprende la rapidez con que lo hacen.
La que la ha partido las mira y ahora come un pedacito que queda, otro más grande ha sido atrapado con ímpetu por la que tiene enfrente, al mismo tiempo que rebaña el plato y coge los restos que quedan en él.
La que ha repartido, casi no ha comido casi nada y esto nos llama la atención, ahora vemos que se levanta y ayuda a una de ellas a ir al baño, detrás, en fila, las demás hacen lo mismo, es cuando nos damos cuenta que todas tiene una minusvalía, sus gestos son aniñados, pero sus caras reflejan madurez, y la paciente cuidadora, con mucho mimo, las acompaña al baño. La escena contemplada, ahora tiene sentido, antes nos pareció egoísta por parte de las que más comieron.
Regresan a la mesa, las ayuda a ponerse los chaquetones, nosotros sentimos ternura y comentamos de nuevo la escena.
En la mesa de al lado una tarde cualquiera, cuatro mujeres han disfrutado con su merienda, y el rostro de la persona que las cuidaba no ha dejado de sonreír.
Flor,
julio, 2012
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