viernes, 27 de abril de 2012

PIEL.



Observaba en una foto
la edad que marcó la cara
y los surcos que labraron
toda una vida de escarchas...

Si analizamos las causas
de los surcos que se atisban,
se pueden ver a las claras
las lágrimas y las risas.
Se percibe el nacimiento
y el canal de la conciencia,
otros de arrepentimiento,
surcos de felices días,
del corazón y del cielo,
de la memoria perdida,
de una vida batallada,
de atalayas y sonrisas.

Han dibujado cariños,
se han alargado en desvelo
de los hijos o consortes
o, por razones de duelo,
los que marcaron vacíos
en fantasía y anhelo,
donde el sueño fue la muerte
que renació del subsuelo.

¡Cuánto surco en una cara,
donde se plantaron rosas
en la vertientes de un río,
de caminatas hermosas!

De la corriente y la cala,
de la playa y el estío,
de los otoños descalzos
y del invierno sin brillo
en busca de las mimosas,
los catasoles y bríos,
que la vida puso en marcha
entre senderos muy lindos.

En cada surco contado
se localizan caricias
que quedaron manifiestas
o que negaron, prolijas,
y aún queriendo, se quedaron
en mirada adormecida.
Reconté bailes, verbenas,
de las playas y de amigas,
de mil juegos olvidados,
de libros y de revistas,
y sones que recordaron
la lluvia en el parabrisas...

¡Y entre esos surcos surgieron
lo más enormes abrazos,
esos que todos tenemos
guardados en el regazo!...

Eran surcos que dejaron
en sus riveras semillas,
que crecieron y formaron
cuidadas por la familia.
Bellos surcos que abundantes
nos perdonaron la vida;
se deben seguir juntando
los mensajes que hoy envían.
Nos ampararon y orientan
lo que refleja a la vista
de nuestra piel y del alma,
donde el corazón es el guía...


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
27-IV-2012

No hay comentarios: